SI ME PERMITE

No siempre lo urgente habrá de ser lo importante

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“Es de sabios separar las cosas urgentes de las que son importantes”. Jim Rolin

En ciudades como las nuestras siempre encontramos personas que están atendiendo asuntos de suma urgencia. Cuando estas son creadas por los que les rodean es comprensible, y una vez comprendida la situación uno puede ayudarlos para que puedan resolver de alguna manera lo urgente. Pero también es usual ver a aquellos que están atendiendo asuntos de urgencia, pero lo hacen con la máxima serenidad y la calma necesaria, lo cual les ayuda para que puedan tener mucha mayor claridad en lo que se debe hacer.

' Nuestra responsabilidad individual entenderá cuando las cosas son urgentes o bien son importantes.

Samuel Berberián

Ahora hay profesiones y tareas que están consideradas de carácter urgente, como los casos de aquellos que son llamados para ayudar por una situación de salud o bien algunos casos que terminan en un estado de catástrofe. El mejor ejemplo es cuando se llama al cuerpo de bomberos porque hubo un accidente o un incendio. Por ello se movilizan con una sirena abierta, pidiendo paso, porque les urge llegar a su destino. Pero en la rutina de la vida, estos casos son una excepción que nadie quiere tener que vivir, pero si acontece, existen quienes pueden socorrernos.

Es muy diferente cuando tenemos el hábito de posponer o bien dejar para después y nos llega el momento de la fecha límite y tenemos que estar corriendo para cumplir. Como en el caso de un estudiante que tiene que hacer una tarea y la deja para última hora, o cuando hay que hacer un pago que tiene fecha de vencimiento y se espera al último día para hacerlo. Claro que si no tenemos el dinero necesario, esto es comprensible, pero no si dejamos para hacerlo después, aunque tenemos con qué solventarlo y terminamos corriendo a última hora cuando se pudo haber evitado.

Muchas veces nuestros intereses y gustos son los que nos ponen en urgencias y no tanto las responsabilidades que hemos asumido, y eso nos obliga a cumplir con ellos en su tiempo y no a última hora. Sin lugar a duda, si evitamos este tipo de urgencias nos ayudará incluso en una mejor salud, porque los momentos de urgencia que vivimos de alguna manera le afecta a nuestra salud y también a los que viven con nosotros.

Hay una práctica poco sana que algunas personas en nuestro medio tienen, la práctica poco digna de que cuando quieren lograr lo que quieren, plantean las cosas con una imagen de urgencia para lograr su cometido, pero cuando los suyos lo entienden no reaccionan con facilidad, y lo peor es que cuando hay una urgencia, en verdad la persona no recibe ayuda inmediata y puede tener consecuencias fatales.

En una convivencia sana debemos ser bien claros con nuestras prioridades para poder definir con certeza cuando estamos atravesando una urgencia y así poder ser asistidos, y en los casos en que estamos tratando algo importante podamos recibir la atención, para que la vida pueda tener su curso normal y podamos convivir con los nuestros con una armonía que sea gratificante en cada detalle.

Como las urgencias no se planifican en esta vida, deben ser tan ocasionales que probablemente nos generen extrañeza, y que se recuerde cómo los imprevistos que la vida tiene al extremo de que se vuelven anecdóticos y los comentamos con los nuestros. Por ello no se pueden ignorar, pero sí se deben atender de modo que difícilmente se nos repita.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.