SI ME PERMITE

Nuestra formación determinará la normalidad

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“La normalidad es un marco convencional que homogeneiza a los humanos, como ovejas encerradas en un aprisco; pero, si miras lo suficientemente cerca, todos somos distintos”. Rosa Montero

En muchas ocasiones cuando se está conviviendo y hay momentos en los cuales estamos compartiendo vivencias o experiencias, las definimos como algo normal que nos sucede, pero nos olvidamos de que nuestra individualidad y las etapas formativas de cada uno de nosotros no necesariamente han sido las mismas, por ello lo que uno considera como normal no implica que otros estén de acuerdo con lo mismo.

' En la medida que aprendemos la tolerancia, sin violar nuestras normas, las relaciones mejorarán.

Samuel Berberián

Lo más prudente es describir la normalidad con un criterio en el que limita por el modo en el cual fuimos criados y en el lugar y cultura donde estábamos viviendo. Una vez que se ha descrito eso se puede juzgar como algo que era normal para nosotros en ese tiempo y en ese lugar. Espacio y tiempo es algo que no siempre se ha compartido para enmarcar lo que es normal.

Es mejor averiguar cómo evalúan ellos las cosas para saber qué cosa es normal para ellos y luego entender si hay afinidad, porque el respeto debe reinar. Como ejemplo, si uno se ha criado en un cierto clima, este es normal para uno, pero no es un criterio universal, de igual forma como uno ha sido criado, la comida con la que se alimenta, nos es normal tanto por el contenido como por la sazón y presentación, pero eso no implica en ningún momento que para los demás será necesariamente igual.

Además, hay que tener cuidado porque algunas cosas se consideran normales para ciertas personas; sin embargo, en ningún momento eso implica que sea correcto. Aunque ellos lo puedan ver o definir como algo correcto, hay que tener presente que las reglas universales van mucho más allá de la modalidad que cada uno de nosotros vive y acepta en el modo de hacer las cosas.

Por el hecho de que la etapa formativa es determinante para saber cómo se vivirá el resto de la vida, hay que corregir a la persona para que su persona pueda desempeñarse con toda normalidad porque fue criado con esos patrones. Muchos adultos están atrapados en lo que se les enseñó y en el modo en que fueron criados, y piensan que es lo más normal.

Esto es muy evidente cuando uno va a formar su propia familia y cada uno trae de su casa la forma con la que fue criado como lo más natural, y el conflicto es cuál de los dos habrá de predominar, porque imponiendo nunca se llega a un feliz término.

En estos casos, lo mejor es evaluar y empezar a elaborar una tercera modalidad escogiendo de los dos la mejor opción, no necesariamente por ser lo normal, sino porque es lo más conveniente para ellos y para los hijos que habrán de criar en conjunto.

Cuando se tiene la suficiente madurez se logra convivir con una gran diversidad de estilos de vida, los cuales se consideran normales y uno sabe ser lo suficientemente flexible para convivir con los que le toca hacerlo, sin por ello dejar a un lado su formación y gusto, lo cual muy en el fondo de su ser lleva, pero no es necesario exteriorizarlo o bien requerirlo. Claro está que si se nos pregunta podemos compartir, sin que por ello estemos haciendo demandas.

En nuestro mundo, los que conviven con la mayor armonía saben reservar su normalidad individual y hacen espacio para disfrutar lo que otros definen y consideran una normalidad.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.