SI ME PERMITE

Nuestro fenómeno social en el cambio del país

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“Aprendí que al emigrar se pierden las muletas, hay que comenzar desde cero, porque el pasado se borra de un plumazo”. Isabel Allende.

Cuando alguien nos comparte que está planificando irse a otro país y tiene que dejar a su gente para poder, de alguna manera, mejorar su situación, habrá que entender que está comentando de un cambio radical que habrá de afectar muchísimas cosas y una buena cantidad de cosas de las que no está consciente pero que no podrá evitar si espera lograr sus planes.

' Las alternativas que se comparten fácilmente se convierten en conductas contagiosas para otros.

Samuel Berberián

Aunque pareciera que el que se ha ido dejó las cosas atrás, en verdad eso es solamente en lo físico, porque, afectiva y emocionalmente no lo puede hacer de forma sencilla. Eso se vuelve muy evidente porque si bien vive en otra región geográfica, sigue conservando su idioma y los modismos propios de su región, además de las comidas y los platos típicos a los que antes no prestaba atención y ahora sí los busca o los consume por simple nostalgia del terruño que dejó. Por ello, cuando encuentra a algún paisano, se une a él para no perder sus recuerdos.

Al llegar a un nuevo territorio inicia creando un nuevo círculo de relaciones, a veces de una manera muy selectiva, pero en otros casos debe aceptar lo que se le presenta porque no solo no tiene opciones, sino que sus razones de emigrar lo obligan a aceptar lo que se le presenta y de alguna manera debe tener la determinación de integrarse si busca lograr los ideales que lo llevaron a dejar atrás lo que era suyo.

En muchos casos, los que quedan atrás tienen envidia de aquel que logra salir, sin darse cuenta de que el que se fue tiene más incertidumbres que aventuras. El elemento de adaptabilidad es uno que debe estar constantemente presente para mantener una salud mental y, además, para, de alguna manera, lograr el propósito que lo llevó a las nuevas tierras.

Una de las tareas más titánicas está en el proceso de asimilación y adaptación del lugar donde ha emigrado, y sin lugar a duda estará haciéndolo con una mentalidad comparativa porque en la exigencia de tener que cambiar para adecuarse se habrá de entender qué es lo que está sustituyendo y cómo lo habrá de manejar.

Cuando uno observa la cantidad de gente que en esta generación está calificada como migrante, puede ver una diversidad en la estructura social y los círculos que se van formando por necesidades comunes que cada grupo presenta. Claro está que en algunas regiones los migrantes son recibidos como un recurso favorable y de admiración, y se les hace sentir como de la casa, pero no en todas partes esto es verdad, y en algunos casos al que llega se le mira como un invasor y mucho más difícil cuando se le ve como alguien que viene a perjudicar lo armónico y propio de lo que los naturales del lugar están viviendo.

Quienes han tenido un proceso favorable y exitoso en el nuevo lugar de residencia pueden ser puntuales en la realidad, que han tenido que hacer del nuevo lugar como el propio y dejar atrás los recuerdos y aprender no solo a convivir con quienes les toque, sino estar más que dispuestos a colaborar en los sueños de ellos antes que en los propios.

Indudablemente nuestros conocidos tienen vivencias muy similares para compartir, pero la verdad es que cada uno tiene su propia historia, que casi puede ser algo novelesco al momento de narrarlo.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.