PLUMA INVITADA
Nuestro pacto con las víctimas
En nombre de la ampliación del “acceso a la justicia”, Guatemala ha dado muchos pasos positivos para facilitar la denuncia de los delitos de violencia. De hecho, el acceso se ha ampliado en los últimos años, y Misión Internacional de Justicia ha tenido la oportunidad de ayudar a implementar algunas iniciativas. Pero ¿“acceso” a qué? ¿Están las víctimas realmente experimentando la respuesta del sistema como “justicia”?
' Dejan de ser una víctima y se convierten en una persona sobreviviente y líder.
Brad Twedt
Hago hincapié en la experiencia de la víctima porque se lo debemos. Cuando una víctima denuncia un delito o un hecho violento, a menudo lo hace con gran riesgo de recibir represalias u otros daños. Cuando ella toma ese riesgo y presenta una denuncia, habiendo sido animada por nosotros, estamos entrando en un pacto con ella. Nuestra promesa para ella es que se sentirá digna y respetada en cada paso de su búsqueda de justicia. Nuestra promesa a ella es que se actuará rápidamente para protegerla, y para hacerle justicia.
¿Estamos cumpliendo nuestro pacto con la víctima? No planteo esta pregunta con la intención de responderla aquí. La planteo para sugerir que tenemos que preguntarle a ella: a la víctima; y no de vez en cuando, sino en todo momento —de una forma sostenida y sistemática. Debemos saber si en su búsqueda de justicia se sintió dignificada y respetada.
Al menos tres cosas son necesarias para lograr esto: primero necesitamos empoderar a las víctimas para contar sus historias y posicionarlas en plataformas de liderazgo de pensamiento donde puedan participar activamente. Afortunadamente hay varias organizaciones que están haciendo esto. Por ejemplo, recientemente se lanzó una iniciativa de capacitar a cientos de sobrevivientes para compartir sus experiencias personales de forma pública, para que otros puedan entender el impacto profundamente destructivo de la violencia en Guatemala.
Segundo, debemos darles influencia real en los espacios donde se toman las decisiones que las impactan y comprender cómo ellas experimentan el sistema de justicia. Se trata de ir más allá de elevar la voz de las víctimas. Debemos escucharles y responderles. Hay muchas maneras de hacer esto. Un ejemplo es la reciente adopción de un estándar global que exige poner sobrevivientes en roles de liderazgo en el diseño y la implementación de programas. Los Consejos Consultivos de Sobrevivientes pueden ser aprovechados tanto por el gobierno como por las entidades no gubernamentales, para incorporar la influencia de los sobrevivientes en sus procesos. Los ciclos de retroalimentación sistematizados pueden ser efectivos si se incorpora el análisis y la respuesta apropiada en ese sistema. Cualquiera que sea la forma que tome, la influencia formalizada de los sobrevivientes sobre la política, la estrategia y los programas, es esencial para que podamos honrar nuestro pacto con las víctimas que necesitan acceder al sistema de justicia.
Y, por último, tenemos que medir la experiencia de la víctima en su trayecto por el sistema de justicia. Cada agencia gubernamental que interactúa con las víctimas puede y debe hacer esto. Cuando empecemos a medir y publicar sistemáticamente los indicadores de la experiencia de las víctimas, y a informar al respecto, empezaremos a alcanzar niveles cada vez más altos de confianza en el sistema de justicia.
Estas tres acciones son esenciales para honrar nuestro pacto con las víctimas. Las víctimas-sobrevivientes anhelan asumir el rol de liderazgo que les corresponde en el fortalecimiento del sistema de justicia. Esta transformación la observamos de forma constante, cuando con nuestro apoyo en empoderamiento dejan de ser una víctima y se convierten en una persona sobreviviente y líder. Es hora de darles plenamente el rol protagónico que les corresponde.
*Vicepresidente, Triángulo Norte, de Misión Internacional de Justicia