RINCÓN DE PETUL

Oportunidades vs. despilfarradoras “marcas país”

|

Es por muchas razones que da grima el grotesco despilfarro de recursos públicos, como ese sucedido con la “marca país” lanzada recientemente por el gobierno guatemalteco. El doloso desvío de fondos que pudieran y debieran estar destinados a las aplastantes necesidades del pueblo guatemalteco, es -por supuesto- una de ellas. Pero hoy me conmueve particularmente cómo esta usurpación a lo debido y lo serio en la función pública termina además interponiéndose en el camino y suplantando las enormes oportunidades que tendríamos para posicionar ante el mundo a este aún bello país, que tiene tanto potencial.

' ¿Cuánto se ha popularizado nuestra cocina en EE.UU.?

Pedro Pablo Solares

Es reconocido cómo Guatemala podría promocionarse mejor como un atractivo de visita turística. Para conocer el lago; escalar un volcán; o revolcarse en esas arenas negras que son tan exóticas para quienes vienen de otros lares. Pero aunque todo esto debiera ser prometedor, hay estrategias más allá del simple mostrar buenas imágenes de los atractivos, o de rezar a los dioses de la desinformación para que oculten los riesgos de visitar esta jungla actual. Desde hace tiempo, otros países han encontrado alta efectividad al promocionarse a través de otra cosa de la que nosotros también somos ricos: la gastronomía.

La diplomacia gastronómica ya no es novedad. Su objetivo aparente es popularizar la cocina de un país. Pero subyacen beneficios extendidos para quien la realiza: mejorar su turismo; aumentar la producción y exportación de ingredientes locales; crecer la cadena de suministro; y, ultimadamente, mejorar la imagen nacional. Una nota de NPR (2014) cita que, según un estudio de Public Diplomacy Magazine, más del 50% de entrevistados indicaron que “comer la cocina de un país los llevó a pensar más positivamente sobre él”. Y que 2 tercios respondió que “países en conflicto podrían beneficiarse de programas de gastro-diplomacia”.

El caso ejemplar es Tailandia. En 2002, lanzaron el programa Global Thai, que popularizó su comida en mercados como el estadounidense y el europeo. Pero no fue una pantalla solo de imagen. Hubo soporte serio, al cual hicieron apuestas monetarias. Definieron las recetas auténticas. Incentivaron a sus expatriados a abrir negocios culinarios, subsidiándolos. Premiaron la excelencia y aceitaron la cadena de producción y exportación de especias originarias. El éxito fue rotundo: De 5 mil restaurantes tenían en el mundo, hoy van por 20 mil. Sus exportaciones crecieron de $6 a 35 millardos. Y su turismo crece un 13% desde 2010.

Pero hay una clave para que la gastro-diplomacia funcione y es una donde Guatemala tiene vasto potencial. Y es que se hace necesaria una población de emigrados que participen en su producción, y que sean base de consumo mientras se dan a conocer. Ahí Tailandia, no siendo un expulsor de emigrados, tenía un desafío que superaron con seriedad y efectividad. Comparemos estos números en EE.UU.: La población de migrantes tailandeses es solo de 300 mil, pero ya tienen cerca de 5 mil restaurantes de su cocina, que ahora es muy popular. Guatemaltecos hay más de 3 millones. ¿Cuánto se ha popularizado nuestra cocina en aquel país?

El potencial guatemalteco se trunca con la usurpación del poder por una clase de trúhanes que lo roban todo. Desde los recursos con los que se han de implementar las ideas, hasta los espacios para que estas florezcan. Nuestra enorme población en EE.UU. es una fuente de oportunidad. Y el momento actual donde millones de migrantes son potenciales embajadores de nuestra cultura, probablemente no se repetirá. Nuestra comida, culturas, paisaje e historia tienen suficiente potencial para posicionarnos. Nada de esto tiene nada que ver con las “marcas país” impulsadas cosméticamente en esta tierra despilfarradora.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.