PUNTO DE ENCUENTRO

Pena ajena

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El discurso de Jimmy Morales en la 74 Asamblea General de las Naciones Unidas terminó de retratarlo de cuerpo entero. Ya el año pasado había decidido convertir el foro multilateral en una especie de cuadrilátero para dirimir su pleito personal con el entonces jefe de la Cicig, Iván Velásquez, y de paso atropellar con total falta de respeto al secretario general de la ONU, António Guterres.

Pero este año, con el envalentonamiento de quien se siente vencedor, Morales se saltó todas las bardas. Arremetió contra las Naciones Unidas, contra su secretario general y, para no desaprovechar la oportunidad, contra la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, y el equipo de su oficina en Guatemala.

Eso sí, contra todo y todos, menos contra Taiwán que seguramente vía la diplomacia del dólar sabrá recompensar muy bien el “mandadito” que le hizo Jimmy al solicitar su incorporación al organismo mundial.

La forma y el fondo del discurso de Morales Cabrera fueron deplorables. Su altanería y sus ínfulas de grandeza nos hicieron regresar a las oscuras épocas de las dictaduras militares de nuestro país, donde el aislamiento y la hostilidad contra la comunidad internacional eran el eje de la política exterior de los sucesivos gobiernos represores.

Para muestra un botón: La semana pasada, la Comisión Presidencial coordinadora de la Política del Ejecutivo en materia de Derechos Humanos (Copredeh) argumentó que no se presentaba a una audiencia temática sobre Guatemala ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), porque la misma “vulneraba” la soberanía nacional (el Periódico, 24/9/19). Frente a semejante aseveración, la comisionada Margarette May Macaulay preguntó públicamente si el nuestro seguía siendo un país democrático.

Fue el propio Jimmy Morales quien se encargó de responderle a través de la retórica autoritaria y prepotente que utilizó durante su discurso en la ONU. Con el índice levantado, el presidente chapín acusó a la secretaría general de las Naciones Unidas de ser la responsable de la polarización que vive Guatemala, porque, según él, por la vía de la Cicig se vulneró la soberanía nacional.

Lo que pasa es que para él y su rosca de impresentables “soberanía” significa hacer lo que se les dé la gana sin rendir cuentas, aunque eso implique violentar la ley nacional y los tratados y convenios internacionales de los que formamos parte.

Seguramente, hasta que termine este gobierno, los desplantes contra la comunidad internacional continuarán. Resulta impredecible saber qué otra “ocurrencia” vendrá y cuánto más daño serán capaces de hacerle a nuestro país en estos 106 días que restan para que termine su mandato. Cada día suman una acción más a la lista de despropósitos que tienen en la debacle a la cancillería guatemalteca, a la que han convertido —además— en una agencia de empleos para familiares y allegados.

' Son usted y su gobierno los que nos han hecho retroceder y nos provocan vergüenza ajena.

Marielos Monzón

Con cada berrinche presidencial, la imagen de Guatemala se deteriora. No sé a ustedes, a mí el numerito de Jimmy Morales en la ONU no me sorprendió, pero sí me indignó. Además del tono despectivo y de sus desafortunadas aseveraciones, hechas en nombre de los “buenos” guatemaltecos, hubo que soportar que con nuestros impuestos viajara la “porra” de aduladores que vitorearon su discurso y a los que el presidente de la Asamblea tuvo que pedir que se abstuvieran de aplaudir.

No es la comunidad internacional la que nos hace daño, señor Morales. Son usted y su gobierno los que nos han hecho retroceder y nos provocan vergüenza ajena.

ESCRITO POR:

Marielos Monzón

Periodista y comunicadora social. Conductora de radio y televisión. Coordinadora general de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP). Fundadora de la Red Centroamericana de Periodistas e integrante del colectivo No Nos Callarán.