REGISTRO AKÁSICO

Piquete versus piquete

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Cuando hay miles de personas movilizadas, no cabe pensar en la teoría de la conspiración. Al contrario, subyace la operación de factores ambientales primordialmente de carácter económico y social. Para decirlo con otras palabras, los centros de poder político donde se incluye al Gobierno cuentan con medios técnicos, especialmente los piquetes y los medios de comunicación social, para impulsar a la acción de masas. No siempre lo logran porque se necesita al ciudadano decidido a protestar. Piquetes hay siempre, pero masas, muy pocas veces.

Las recientes movilizaciones existentes en Sudamérica arrojan una serie de conclusiones donde se desborda la maquinación de dirigentes de fuerzas revoltosas. Pero también, una modificación importante en la manera de enfrentarlas con mayor o menor éxito.

' La técnica del golpe de Estado o la resistencia al mismo se inventa en una forma inesperada.

Antonio Mosquera Aguilar

Una modalidad para enfrentar los desórdenes surgió en Ecuador. Repetidamente, piquetes aislaban ciudades del altiplano, así como efectuaban marchas de protesta. El piquete no conseguía más que pequeños contingentes dirigidos a Quito, la capital, para luego dispersarse nuevamente en la reiteración de la demanda insatisfecha. En el mes de octubre de este año se anunció una nueva. Se calculaba que estaría formada por siete mil manifestantes. No obstante, a su llegada a la capital, se le sumó gran parte de la población quiteña, llegando a varios cientos de miles. Lo que sigue es conocido, se desarrollaron acciones con un alto grado de violencia, donde se llegó a invadir el Parlamento.

Lo novedoso consiste en la acción del Gobierno. Las fuerzas del orden fueron utilizadas con gran economía. Diez o 20 policías para controlar varios miles de protestantes. Gases y bombas de humo para disuadir los avances, pero retirada para evitar violencia. El Gobierno, en un alarde de control, abandonó la ciudad y mudó los poderes a Guayaquil, un puerto en el Pacífico. Les dejó la calle para el pillaje y la manifestación sin control. El movimiento se ahoga en su propio ímpetu, generando una asamblea ridícula que no puede concretar un avance político.

La otra forma de control de masas ocurre en Bolivia. Es evidente que la oposición gubernamental dañada por un fraude electoral contaba con un apoyo popular. No obstante, también el gobierno de Evo Morales sabía que podía movilizar fuerzas semejantes para neutralizarlo. Hacía 14 años, el presidente Morales consiguió con una marcha de cosechadores de coca asumir un liderazgo político nacional. Luego con su partido, el MAS, reiteradamente ganó la presidencia. Se favoreció con una política clientelar sustentada en la nacionalización de los hidrocarburos, especialmente del gas que vendía a Brasil. En sus cálculos estaba impedir con contramarchas el avance de columnas de protesta por el fraude electoral.

Mientras las marchas de Evo podían paralizar carreteras o sitiar ciudades. Los piqueteros de la oposición no se conformaron con formar manifestaciones ruidosas y agresivas, similares. En efecto, quemaron oficinas de las autoridades electorales, pero no pararon allí. Lo novedoso fue quemar las casas de los funcionarios del MAS. No era solo cerrar una oficina o formar un tapón en una carretera. La dirección de la protesta dio golpes certeros a los dirigentes gubernamentales. Sin control por falta de apoyo policial y militar, ya que estas fuerzas se acostumbraron a no intervenir en los tumultos. Se favoreció la algarada para fracturar la confianza del MAS.

Para nuestro bien, ¡ojalá no nos alcance semejante manipulación de los alabarderos y esbirros!

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.