SI ME PERMITE

¿Podría un disfraz reflejar la realidad?

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“Resuelve a seguir la conducta más excelsa y te deleitarás en ella”. Pitágoras de Samos

En la celebración del carnaval en algunos lugares el disfraz llega a ser el centro de la modalidad en que se celebra la festividad, y algunas veces uno se pregunta si las personas al escoger el disfraz que usarán tiene alguna afinidad con ellos o es simplemente una manera de divertirse.

Es muy simplista la idea de que una vez al año no hace daño, pero no podemos ignorar que lo que nosotros hacemos con nuestra vida de alguna manera causa un efecto que perdura y deja huella, aunque en el momento sea algo divertido y simplemente para poder pasar un tiempo alegre. Es más importante para nosotros no simplemente el momento que estamos viviendo, sino el recuerdo que este deja, sea este de diversión o simplemente un momento de alegría.

Esta celebración tan popular que se enmarca en los disfraces, y las caras pintadas es algo que históricamente se remonta a unos cinco mil años, festejos los cuales eran de tres días de diversión en grande, en los que se permitía hacer casi que todo. Con el cristianismo se le puso fin a esto para despedir una vida placentera y darle la bienvenida a una vida un poco más tranquila.

' Hay prácticas aparentemente inocentes que pueden dejar efectos secundarios difíciles de superar.

Samuel Berberián

Es innegable que el carnaval tiene un marco de desenfreno y coincidentemente se observa antes de la Semana Mayor, en la que todo está centrado en el recogimiento y penitencia. Esto pareciera que es un desahogo de comportamiento para que podamos liberar un sentir que llevamos en nuestro interior. Lo correcto en una vida de formalidad es tener momentos de vivir nuestros gustos, pero en ningún momento que el marco sea de una aparente degradación y menos de conductas que pueden ser inadecuadas o comprometedoras.

Nuestro esfuerzo debe ser en lo que sea posible, cultivar la unidad armónica en nuestra personalidad con lo que hacemos o en lo que participamos porque esta vida nuestra es una cadena de circunstancias vividas que finalmente describe lo que somos y lo que pretendemos alcanzar.

Es muy cierto que situaciones donde nosotros vivimos puede que causen risa y diversión, pero cuando esto es porque alguien se presta a ello, puede que el resto se esté riendo, pero el que es causa de risa pudiera estar siendo agredido y a la larga causa daño más allá de lo que podemos entender en ese momento.

En la historia se registra en muchas ocasiones cuando hay desenfrenos, esto más de una vez ha tenido un mal final en el cual no hay regresión para hacer correcciones. Lo más sabio es evitarlo o en lo que sea posible tener tal moderación que el daño sea mínimo o bien ninguno.

Lo importante para cada uno de nosotros cuando queremos participar en algo es recordar que los que nos rodean se acuerdan de lo que se dijo o se hizo y si esto no me ayudará, es más sano evitarlo. Lógicamente tiene peso y sentido cuando los mayores son los que lo prohíben a menores. Pero aquellos que tenemos que cargar con la responsabilidad de nuestros hechos, primeramente evaluemos y por ello evitemos lo que nos puede comprometer.

Esta vida que se nos regala, es muy breve y muchas veces por demás accidentada, seamos sabios de dejar un legado que infunda respeto y dignidad por las cosas que hacemos y en las cosas que participamos, para que la gratificación de la vida sea una realidad en cada uno de nosotros.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.