En lo que muchos reconocen como el proceso electoral con la mayor incertidumbre en la historia democrática reciente del país, entramos ahora en la etapa más intensa, en la cual todos los partidos políticos intentarán por la vía jurídica que sus candidatos aparezcan en la papeleta de las elecciones generales, que se llevarán a cabo en ocho semanas: el domingo 16 de junio.

Tenemos que estar claros en que globalmente los sistemas democráticos sufren de una falta de credibilidad a todo nivel. Hay tan solo veinte países que pueden catalogarse como democracias plenas, como los denomina la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist (EIU, por sus siglas en inglés), de los cuales de América Latina solo se reconocen a Uruguay y Costa Rica.

Los países como Guatemala, a los que denominan regímenes democráticos híbridos, se caracterizan por tener instituciones de Gobierno débiles que no cumplen a cabalidad sus funciones, no existe mucha participación política, participar en un partido político es mal visto por muchas personas en estas sociedades, hay poca cultura política y de debate, se generan pocas discusiones sobre los planes que tienen los partidos a la hora de hacer campaña y son países con libertades civiles limitadas, donde muchas veces el debido proceso y el Estado de derecho no se cumplen a cabalidad, aún y cuando estén muy bien definidas en sus propias leyes.

Aun así, nuestro país siempre ha gozado de unas Elecciones Generales que se han catalogado como libres, transparentes y confiables. El proceso en si mismo es lo único que el EIU ha evaluado como positivo, de las cinco categorías con las que evalúa a los países. Por esta razón es que tenemos que ser capaces los guatemaltecos de hacer a un lado nuestras diferencias políticas e ideológicas, para ayudar al Tribunal Supremo Electoral a que pueda cumplir a cabalidad su papel y que las elecciones se lleven a cabo en paz, de manera confiable y transparente.

Está claro que dentro de la agenda de quien surja electo para la Presidencia de nuestro país, una de las reformas más importantes será la de seguir fortaleciendo el sistema electoral y de partidos políticos y generar cambios a la ley, para que los propios partidos cumplan esa función de ser mayores garantes de nuestra democracia. Reformas legales, por ejemplo, que permitan elecciones internas de los partidos políticos con voto secreto, para que los líderes políticos tengan la legitimidad de representar los intereses de sus propios correligionarios.

Otras reformas interesantes en las cuales existe bastante consenso dentro de diferentes ideologías y grupos de interés del país es el voto nominal (por listas abiertas) y la creación de subdistritos electorales, que buscan mejorar la representación y el vínculo entre el candidato y su electorado, así como continuar fortaleciendo la independencia del Tribunal Supremo Electoral, para que defina y aclare las reglas a las que todos los partidos deben limitarse.

Por eso es clave que este proceso sea lo más transparente posible y que los candidatos a diputados, comenten cuál es la postura de cada uno a estas reformas y cómo podemos seguir fortaleciendo nuestras instituciones, para transitar hacia una democracia plena, en la cual los partidos políticos funcionen como legítimos mecanismos de intereses y proyectos políticos, actuando como garantes de contrapeso al partido que se encuentre en el Gobierno y permitiendo ser la voz de un electorado plural, que necesita de mayores consensos para generar mayor desarrollo.