SI ME PERMITE

Prioricemos nuestras relaciones para valorarlas

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“Tenemos una generación extraña: Ponemos a los hijos en la guardería, a los padres en el asilo y sacamos a pasear a los perros a las plazas”. Anónimo

Cada etapa de la vida nos pide que evaluemos y reacomodemos nuestras relaciones para que sean más gratificantes y provechosas también. Por ello, en este año no es la excepción, y por las circunstancias por las que estamos atravesando a nivel mundial, por asuntos de salud y pandemia, nos requiere ser mucho más selectivos pero valorando lo que hacemos.

' El presente año debería incluir la mejora de nuestras relaciones con un criterio de prioridad.

Samuel Berberián

Debemos aceptar que muchas de nuestras relaciones, si bien pueden haber sido accidentales en su inicio, para poderlas conservar y aprovechar se tuvo que tomar el tiempo y el esfuerzo para cultivarlas. Si eso se ha podido hacer, serán relaciones a largo plazo y de muy especial significado en el terreno personal.

La afinidad es un ingrediente importantísimo cuando de relaciones se trata, pero no es el único ingrediente para valorar una relación, hay que aceptar la verdad y esta es que en algunas relaciones con ciertas personas no hubo mayor afinidad, pero por cultivarla nos ha enriquecido la vida y nos ha ampliado el panorama de nuestras relaciones sociales, como personales también.

Por ello, cuando observamos la vida con diligencia, entendemos que la diversidad, cuando es bien entendida, va agregando cada día nuevos perfiles en nuestra personalidad y con el pasar del tiempo se valora mucho más. Llegamos al extremo de preguntarnos cómo fue que llegamos a coincidir con ciertas personas y tal vez ni nos podemos recordar, pero, la verdad, poco importa el cómo fue, lo que se aprecia es lo que se tiene, y se cuida para que no se llegue a perder.

Podemos estar lamentándonos por los que nos ignoran y no nos dan el lugar que creemos merecer, pero antes de gastar nuestras energías en ese modo es mucho mejor ver lo que tenemos en las relaciones que hemos logrado y sepamos corresponder con ellas como ellas lo merecen, para dignificar sus vidas y sembrar vivencias, de modo que si en algún momento la vida nos separa, no las olvidamos porque son parte nuestra, aunque físicamente no nos estén acompañando.

La modalidad más prudente para que las relaciones se puedan profundizar y enriquecer es la forma como nos tratamos y en la dimensión que tenemos la apertura correcta para que se nos conozca y se dialogue con nosotros, de modo que cuando llegue el momento y surja algo que es de lo más imprevisto para nosotros, poco tendremos que explicar para comunicarnos con los que nos relacionamos, porque hemos entretejido una relación tan intensa con el tiempo que somos mucho más aceptados y comprendidos que lo que podemos comunicar en un diálogo muy bien elaborado. Como se suele decir muy frecuentemente, “no me diga nada, le comprendo perfectamente” y esto no es un dicho que llega a nuestros oídos, sino una gratificación para nuestra persona, porque sentimos que así es.

Por lo expuesto podemos afirmar que el asilarse no lleva a buen puerto; por el contrario, puede afectar la creatividad y también la salud. Quizás hemos visto a un enfermo deprimido, pero llega alguien a verlo que le valora, y el que está en la cama revive.

Debemos, por ello, visualizar y valorar nuevas relaciones, las cuales, sin lugar a duda, nos podrán llevar a nuevos logros y nuevos desafíos que coronarán nuestra vida con gratitud.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.