Nota Bene

Recordemos Tiananmén

Tres lecciones sobre la represión comunista

Si tiene 40 años o menos, no recordará las protestas de 1989 en Tiananmén. La fotografía más famosa de esas protestas se llama El hombre del tanque, y la tomó Stuart Franklin el 4 de junio. Un joven desconocido se plantó en solitario frente a una fila de tanques, y pasó a la historia como un audaz quijote. Como dijo el fotógrafo, esa escena muestra la extraordinaria valentía de un hombre dispuesto a sacrificar su vida por la causa. ¿Qué pedían él y sus colegas al gobierno? Querían que la apertura económica que empezaba a vivirse en China en los años ochenta se acompañara de una mayor participación política, de libertad de expresión y el fin a la corrupción en el Partido Comunista Chino (PCC).


La plaza de Tiananmén, en Pekín, simboliza poder desde que, en 1949, Mao Zedong se paró frente a la Puerta de Tiananmén (o la Puerta de la Paz Celestial) para anunciar la fundación de la República Popular de China. Allí se realizan las ceremonias de Estado y los desfiles militares. El 3 y 4 de junio de 1989, en cambio, la plaza se bañó con la sangre de centenares o miles de personas luego de que el presidente Deng Xiaoping ordenara al ejército terminar con las protestas ciudadanas que llevaban casi siete semanas ocupando la plaza. La realidad de la represión se encubrió y hasta la fecha el gobierno prohíbe hablar de ello. Recientemente, un investigador estadounidense mostró la famosa fotografía a varios chinos, y la gran mayoría desconocía la imagen y la historia detrás.


Las protestas de 1989 fueron desencadenadas por la muerte del reformista ex secretario general del Partido Comunista Hu Yaobang. Él favorecía la libertad de prensa y de expresión, y apoyó la liberalización de la economía. En mayo, miles de manifestantes empezaron una huelga de hambre en vísperas de la visita de Mikhail Gorbachev. Las protestas se extendieron a otras ciudades. El 20 de mayo, el gobierno impuso la ley marcial y envió tropas a Pekín.

¿Queremos totalitarismo?


Destilamos tres lecciones de la represión en Tiananmén. Primero, se nos olvida que la apertura comercial que hoy caracteriza a China puede ser revertida en cualquier momento por el Partido Comunista Chino (PCC). China se convirtió en un dinámico mercado integrado a la economía global; el producto interno bruto (PIB) per cápita creció de US$700 en 1980 a US$13,300.00 en 2024 (Banco Mundial). Pero el modelo chino es peculiar: combina la planificación económica con elementos de libre mercado. El PCC es un partido único, por lo cual carece de competencia y efectivamente controla la vida de los ciudadanos. El PCC presenta a Occidente la narrativa que le conviene —puede desinformar y ocultar hechos, como hizo cuando reprimió las protestas en Tiananmén.


Segundo, suponíamos que la liberalización económica iba de la mano con la liberalización política, como ocurrió en varios países del exbloque soviético. No obstante, el PCC encontró la fórmula para crecer la economía sin perder el control social y político de la sociedad china. La presión que ejerce Donald Trump en China al imponer aranceles promedio de 51.1% ha provocado nuevas olas de protestas, sobre todo por parte de trabajadores despedidos o pendientes de pago. ¿Logrará Trump acabar o moderar al PCC, o contribuirá a otra represión interna?


Tercero, a los latinoamericanos se nos antoja un caudillo autoritario que ponga orden. Otros quieren instalar regímenes socialistas o comunistas. Los gobiernos autoritarios y totalitarios terminan usando sus poderes para reprimir y hasta matar a sus ciudadanos. Nosotros debemos luchar por un Estado de derecho que garantice nuestras libertades y derechos.

ESCRITO POR:
Carroll Ríos de Rodríguez
Miembro del Consejo Directivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES). Presidente del Instituto Fe y Libertad (IFYL). Catedrática de la Universidad Francisco Marroquín (UFM).