SI ME PERMITE

Saber hacer ajustes en su tiempo es madurez

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“Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado”. Miguel de Unamuno
Cuando uno inicia el año probablemente se ha propuesto metas para alcanzar, las cuales, al llegar a mitad de camino, debería revisar, evaluar y ver cuán factible es todavía poder alcanzarlas o si es mejor reevaluarlas y así introducir criterios de reorientación, para poder lograr lo mejor posible lo que se inició.
Nada cuesta en esta vida lamentar lo que no se ha podido lograr a esta altura. Por ello, cuando uno llega a una edad, esta no siempre se traduce en madurez si no se ha hecho la tarea en el tiempo que ha transcurrido para asimilar modalidades que sean formativas.

Cuando se tiene la suficiente madurez, esta se manifiesta en cuanto surgen los imprevistos: no nos paralizan, sino aun así se sigue adelante con todos los cambios que la realidad nos exige. Es importante en la vida entender y aplicar flexibilidad para que en el modo de ser de cada uno podamos avanzar y no paralizarnos.

Siempre y cuando hayamos sido enseñados a ser largoplacistas en cada etapa de la vida y en cada decisión que tomamos se hace evidente, porque de alguna manera u otra podemos llegar a la meta que nos propusimos entendiendo que los cambios y las alteraciones son parte de la vida y le dan un perfil único a la vida y a los logros también.

Lo más interesante en esta vida es cuando los mortales tenemos que hacer ajustes porque es una exigencia. Estos no pueden ser copiados de los que nos rodean, sino por el contrario, se deben generar luego de evaluar y sopesar el pasado y la realidad presente que estamos viviendo.

Cuando sabemos hacer los ajustes que el medio nos impone, no es cuestión de gustos y los intereses que nos habíamos trazado por criterios formativos, es más bien el bien común que nos irá trazando los pasos necesarios para avanzar y para no quedar paralizados por asuntos causados por alguna frustración o decepción.

A los que se les ha enseñado que la vida que vivimos es como una cadena que está compuesta por una serie de eslabones, los cuales deben ir entrelazándose de un modo que los abruptos no son una cuestión de la cotidianidad, sino una excepción que se le sabrá superar para que la vida siga.

' Estando a la mitad del camino todavía se pueden alcanzar las metas sin tener que mirar atrás.

Samuel Berberián

Muchos de los que nos rodean nos pueden enseñar para que no caigamos en un estado fatalista, porque cuando tuvieron que enfrentar un ajuste no planeado no tenían la suficiente disponibilidad de hacerlo, por lo cual perdieron el ritmo que la vida les había llevado y el panorama de ellos es poco claro y cierto.

La vida a diario no solo trae cambios, sino también desafíos que cada uno de nosotros tiene que saber tomar. Claro está, se pueden pedir opiniones y consejos para que se nos oriente, pero en última instancia uno es el que toma la iniciativa y decisión de hacerlo. Si no lo hacemos seremos como muchos que ocupan la vida buscando culpables de lo que no lograron y que al final no era responsabilidad de nadie, sino de uno, que tiene la iniciativa.

Progresos y avances que la sociedad ha logrado son producto de aquellos que estuvieron dispuestos a los ajustes y cambios de los cuales todos nosotros hemos recibido el provecho y beneficio también. Posiblemente hoy a nosotros nos toca tomar el paso necesario y con ello traer provecho para los que nos rodean.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.