SI ME PERMITE

Se valora al que está pendiente del prójimo

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“Siempre que alivies el dolor de otro ser humano, tu vida no será en vano”. Hellen Keller

Es muy fácil pasar por esta vida en modalidad indiferente, ignorando las necesidades del prójimo, pero tarde o temprano habremos de pagar la factura por un modo de vida tan lamentable. Por lo mismo, cuando el Gran Maestro Jesús estuvo en esta tierra, en las muchas pláticas que tuvo hubo alguien que, por querer justificarse, le preguntó: ¿quién es en verdad mi prójimo? Lo sorprendente es que el Maestro, como respuesta, elaboró todo el relato tan conocido hasta hoy, titulado “El buen samaritano”.

La convivencia es inevitable porque, como vivimos interdependientes, cubriendo de este modo nuestras necesidades, verdaderamente este comportamiento debe ser selectivo para que el provecho en nuestras vidas sea un valor agregado, porque con quienes tratamos e intercambiamos relaciones van dejando en nosotros, de modo consciente o inconsciente, algo que va formando parte de nuestra personalidad.

' La vida nos expone con diversidad de prójimos y de alguna manera nos invita a convivir.

Samuel Berberián

Cuando estamos pensando en la necesidad del prójimo también tenemos que entender que hay momentos que debemos dejar o posponer lo que estamos haciendo para poder dedicar la atención a alguien que necesita de nosotros, que, aunque no sepa, nosotros sabemos que podemos ser de ayuda. Personalmente, me recuerda de una vivencia que, viajando en un transporte público, la persona que estaba sentada conmigo, según entendí yo, estaba dormitando, pero estaba mal. Pero una dama que venía con nosotros se dirigió a mí y me dijo que le diera permiso y que me levantara del lugar para que ella ayudara a la persona. Sin lugar a duda, mi rostro de extrañeza le obligó a decirme: “Soy enfermera. Permítame”. Y pude observar cómo la ayuda oportuna de esta dama ayudó a la que venía sentada a mi lado.

Es lamentable, pero no se puede negar que cuando no está la disposición en ser útil al prójimo, cualquier excusa puede ser válida al que se está expresando, pero no por ello legítima para desentendernos de la responsabilidad que en ese momento recae sobre nosotros. Son sabios aquellos que transitan en la vida, no para gratificar sus gustos y necesidades, sino que hacen la diferencia en saber extender la mano en el momento oportuno y de ese modo justificar su vida y su razón de ser.

Uno hace el bien porque le nace y porque ha sido enseñado a cumplir lo que le toca hacer en el tiempo correcto y en el lugar preciso. Y no hacemos las cosas simplemente porque nos la piden. Si así fuera, simplemente estoy cumpliendo órdenes que se me dieron y el mérito lo llevará el que dio la orden, porque vio y comprendió la necesidad y buscó la solución más inmediata.

Cuando llegamos como individuos a entender que el prójimo que la vida nos ha puesto está mucho antes que la comodidad personal y la gratificación de los gustos individuales, porque cuando se vive solo contestando a la idea de ¿qué gano con hacer esto o lo otro? es mejor no hacer nada. Pero bienaventurados aquellos prójimos que tienen la habilidad de detectar la necesidad existente y dejan lo propio, se extienden a la necesidad manifiesta.

Cada uno de nosotros, por la capacidad y madurez que tenemos, habremos de decidir qué habremos de hacer en los días de vida que nos quedan, y no tanto lamentar o jactarse del tiempo que ya ha pasado.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.