SI ME PERMITE

Seamos mayordomos del medioambiente

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“Este mundo, sabia y prudentemente ordenado, debe tener una causa, y esta causa debe obrar según un fin”. Kant

No es extraño para muchos que cuando hablamos del medioambiente lo primero que se piensa es en proyectos que involucran actividades de gran envergadura, pero debemos tener presente que todas las cosas se inician de asuntos mínimos y aparentemente insignificantes que en el proceso van adquiriendo una envergadura que se sale de nuestras proposiciones.

' La mejor herencia que podemos dejar a los nuestros es un medioambiente digno de disfrutar.

Samuel Berberián

Cuando somos conscientes y responsables debemos observar nuestro comportamiento y los hábitos que hemos desarrollado, cuán ecológicos son y cuán responsables somos en lo que hacemos en nuestro diario vivir. Poniendo un ejemplo para ilustrar los hábitos de la vida cotidiana, está el hecho de los desperdicios que generamos cada uno de nosotros y qué curso le damos, si los tiramos en cualquier lugar o bien tenemos normas claras donde depositarlos. Son elementos que prioritariamente son formativos, sino deberían ser correctivos para poder mejorar nuestro entorno.

Claro está que cada uno de nosotros disfrutamos y valoramos un medio que está limpio y bien ordenado, pero para que eso esté de ese modo alguien tuvo la iniciativa en lograrlo y luego conservarlo. Por ello, primeramente debemos crear en nuestro entorno parámetros que reflejan una actitud de mayordomía en lo que queremos tener. Porque nada cuesta exigir y demandar para que lo hagan, pero cuánto enseñamos con el ejemplo para luego pedir que los demás conserven los mismos parámetros.

Mucho de lo que nosotros somos es producto de nuestra formación y de aquellos que tomaron el tiempo de instruirnos y educarnos para poder desarrollar nuestra vida. Por lo mismo, siempre se puede mejorar lo que se hace y luego pedir a otros que conserven también las normas con las cuales vivimos cada uno de nosotros.

Simplemente por lo que el entorno nos enseña, muchos de los desiertos que tenemos en nuestro planeta en un momento dado fueron bosques que daban vida al lugar, pero poco a poco se fueron quitando los árboles hasta acabar con ellos y hoy son grandes territorios desérticos, casi imposibles de habitar. Entonces deberíamos, primero, conservar lo que nos queda y tratar de rescatar lo que se pueda.

Cuán placentero y gratificante es sentarse a la sombra de un árbol y poder tener un tiempo de descanso. Claro está que alguien en el pasado plantó ese árbol que nosotros hoy estamos gozando. Entonces, aparte de cuidarlo, cuánto empeño hay de nuestra parte para dejar uno igual para los que habrán de venir después de nosotros para poder tener el mismo descanso.

Cuando tomamos el tiempo y esfuerzo de mejorar nuestro medioambiente seremos, sin lugar a duda, recordados como gente que fuimos proactivos y visionarios, pero si lo dejamos igual como lo encontramos, o peor de lo que lo recibimos, no nos extrañemos de que seremos juzgados duramente como aquellos que con su conducta reflejaron un egoísmo destructivo para los que habrían de venir luego de ellos.

Todavía estamos a tiempo para reflexionar seriamente referente a nuestro medioambiente y si es necesario cambiar de la práctica de los discursos y costumbres heredadas a prácticas y costumbres innovadoras para ser correctivos, para el bien nuestro, pero también para el resto de los habitantes de este planeta al cual pertenecemos.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.