PLUMA INVITADA

¿Será que sirve el semáforo del TAS?

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En los últimos días se ha hablado mucho del semáforo del TAS, de su efectividad y de las medidas de emergencia que lo están modificando. El semáforo del TAS es una excelente herramienta para lograr el control de la pandemia y alcanzar la nueva normalidad, pero es necesario operarlo de manera correcta. 

' El semáforo del TAS es una excelente herramienta, pero es necesario operarlo de manera correcta.

Carlos R. Paredes

Si es tan bueno ¿por qué los resultados del contagio no lo reflejan? El semáforo nos indica qué actividades pueden realizarse y cuáles están limitadas, de acuerdo con el color del municipio donde se van a realizar. La idea es excelente porque no encierra a la gente, sino solo limita ciertas actividades, y poco a poco se va abriendo a medida que el municipio cambia de color hacia el verde.

El problema del semáforo es precisamente su definición, una limitación a las actividades según el color y supone que siempre se mantiene el cumplimiento de los protocolos de seguridad y las medidas de prevención, indistintamente del color del municipio. Es precisamente en esta segunda parte donde reside el problema del semáforo. No indica qué hacer en las situaciones donde el color del municipio permite cierto grado de actividad, pero el establecimiento o negocio no es capaz de cumplir con los protocolos y medidas de prevención.

Tomando el tema de educación como ejemplo, se modificó el semáforo para permitir clases presenciales únicamente en color amarillo y verde. ¿Pero qué pasa si una escuela en un municipio de color amarillo decide abrir sus aulas y recibir a los estudiantes para clases presenciales… y no tiene agua para que se puedan lavar las manos, no posee ningún termómetro para medir la temperatura y carece del personal para revisar rápidamente a todos los alumnos, docentes y administrativos? Esta escuela, a pesar de que el municipio es de color amarillo, no debe ofrecer clases presenciales porque representa un peligro para el contagio y muy probablemente surja un nuevo brote, así como sucedió en Quetzaltenango. 

Entonces, ¿cuál es la solución? La solución no es modificar de una manera aparentemente arbitraria el semáforo; la solución es completarlo y que además del color del semáforo se tome en cuenta la infraestructura, equipamiento y personal del establecimiento en particular (negocio, empresa, escuela, colegio …). El cierre o apertura de las instituciones no puede regirse solo por el color, debe completarse con la capacidad de la institución para cumplir con los protocolos de seguridad y medidas de prevención. Si la institución no puede cumplir su parte, el color del municipio es irrelevante, ya que si abre provocará un nuevo foco de infección. 

Es un hecho que los estudiantes necesitan ya regresar a clases presenciales. También es un hecho que muchos padres de familia desean que sus hijos regresen a clases. Pero no hay que olvidar que hay padres que prefieren que sus hijos sigan en clases virtuales. Por ello, el sistema educativo debe tener la flexibilidad necesaria mientras dure la pandemia, pero el énfasis debe centrarse en la capacidad de la institución en garantizar la salud de sus estudiantes sobre el color del semáforo. 

Hay colegios que se han preparado para garantizar el bienestar de sus estudiantes, docentes y administrativos. Ellos podrían operar, con plena seguridad para todos, en color rojo. Resulta totalmente injusto que, por instituciones que fallen en lo que es su responsabilidad (cumplir con protocolos y medidas de prevención), se castigue a las que han evolucionado y han establecido una infraestructura y procedimientos que les permiten operar con seguridad.

El semáforo funciona, pero debe ser flexible.

ESCRITO POR:

Carlos R. Paredes

Consultor en desarrollo institucional y empresarial. Máster en Economía Aplicada y Administración de Negocios. Ingeniero Mecánico Industrial. Exdirector ejecutivo del Campus Sur UVG. Exdecano de la Facultad de Ingeniería UVG. Catedrático universitario.