De mis notas

Somos un Estado medio fallido

La carretera Palín-Escuintla y el aeropuerto La Aurora son un símbolo de nuestra incompetencia.

Compartíamos con un amigo mientras viajábamos a la costa lo que implica que nuestro país tenga no pocas características de un Estado medio fallido, en el que, por ejemplo, la infraestructura básica y crítica para el normal desarrollo de las actividades económicas vitales se encuentra en ruinas.

Hay que comenzar a hacerle un bypass al Estado.

Hablamos de las carreteras vitales para el desarrollo: la autopista Palín-Escuintla, con daños por falta de mantenimiento. El costo diario para la economía es tan grande que, con las pérdidas millonarias que causa, bien podría traerse a cualquier empresa extranjera, ya que ninguna empresa nacional quiere hacerse cargo del caos, por el lamentable récord del Ministerio de Comunicaciones que o no paga o cobra por pagar, o paga a “empresuchas” por carreteras desechables.

Una carretera crucial para el comercio, paralizada, mientras su vía alterna se convierte en un monstruo que devora tiempo y recursos. Las largas colas y el costo del flete afectan las mercancías, golpeando a los consumidores, testigos impotentes de una cadena de ineficiencia y precios afectados.

Y en esta realidad de incompetencia, seguimos perdiendo competitividad. Nos hemos convertido en un país paria en términos de facilidad para hacer negocios y atraer inversión. El Puerto Quetzal, un puerto estratégico, ahora es una pesadilla de lentitud e ineficiencia. Las mafias sindicales y sus administradores lo han convertido en uno de los peores puertos de Centroamérica, con colas de hasta 40 barcos varados en espera de ser descargados. Ya la amenaza de desviarse a otras rutas es una realidad.

El aeropuerto La Aurora, nuestro portal al mundo, es una momia que permanece inmóvil en el tiempo, con una especie de altoparlante gritándole al mundo lo incompetentes que somos. La imagen que se ofrece a los turistas es una vergüenza total, con escaleras y elevadores descompuestos, reflejo visible de la absoluta incapacidad gubernamental. Nuestro aeropuerto es un símbolo de nuestro estancamiento, un reflejo de que somos un país medio fallido.

Los planes sobre su concesión a terceros, que sería la solución perfecta, parecieran ser solo ecos lejanos e idealistas, mientras el proceso se prolonga en un laberinto de burocracia eterna.

No ayudan para nada —hay que decirlo alto y claro— los titubeos del presidente para enfrentar con coraje la problemática del aeropuerto La Aurora. Es incomprensible por qué no ordena que se compren las “pinches” escaleras y después enfrente los legalismos de tal “osadía”.

La conclusión es que la única manera de enfrentar este defecto congénito, esta parálisis gubernamental que engulle toda posible y razonable salida, es empezar a hacerle un bypass al Estado. Incluso el mismo presidente de la República, que se precia de querer hacer algo nuevo por Guatemala y sus pobres, podría encontrar en esta ruta, una salida a este problema sistémico para poder sacar adelante a Guatemala, al menos en aquellas áreas críticas para su funcionamiento.

Los proyectos de alianzas público-privadas son una solución viable, pero el entorno para este tipo de proyectos es muy hostil y hay que resolver el pago del peaje en el Congreso. Las autorizaciones para proyectos, que deberían ser un catalizador para el desarrollo, se convierten en una maratón interminable. Todo esto es un reflejo de un Estado medio fallido, incapaz de explotar su posición estratégica y sus vastos recursos minerales, turísticos y agroindustriales.

Estamos atrapados en un círculo vicioso, girando en un ciclo perpetuo de errores repetidos. Insistimos en aferrarnos a un sistema agotado y absurdo, incapaz de ofrecer soluciones reales a los problemas que nos aquejan.

Está comprobado. El horizonte para reencauzar nuestra nación no estriba en liderazgos, sino en la aplicación de estas soluciones prácticas, viables, hartamente comprobadas y reiteradas. Es imperdonable que los que llegan no las quieran seguir.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.