DE MIS NOTAS

Tambores, gobierno, gasolina y fósforo

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Los movimientos sociales de por acá ya están tocando los tambores con ritmos afines a los Estados fallidos de otras latitudes. Es un play list que se viene incubando en Latinoamérica desde hace décadas.

' En estos tiempos electorales; el fósforo y la gasolina se acercan cada vez. Lo demás es cuestión de tiempo.

Alfred Kaltschmitt

Muchos han documentado el baile. Entre los primeros: Montaner, Vargas Llosa y Mendoza, allá por el 96, en aquel controversial Perfecto idiota latinoamericano; en cierto modo, la contraparte de Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano; la obra estrella y referente de la cultura revolucionaria. Pero, oh ironía, una obra que 30 años después, en un cónclave literario, y en una demostración de honestidad intelectual, Galeano mismo hubo de retractarse, señalando que “no volvería a leerlo, pues es una obra pesadísima que escribí sin conocer debidamente sobre economía y política”.

Indiferente a lo anterior, sabemos que la jungla politiquera es una densa maraña de carencias causada por las insatisfacciones sociales. Es la presa que va in crescendo conforme pasan los años, por el fracaso de los sistemas políticos debido a su “ritmo” decadente, incapaz de llevar el “compás” de las demandas socioeconómicas de la sociedad. El resultado es una “arritmia” molesta, incómoda; tan fuerte que inmoviliza la gobernabilidad; frena la inversión, afecta la propiedad privada; limita la generación de empleo y multiplica los pobres.

De este merengue es donde surgen los bailes díscolos de politiqueros populistas, mercantilistas y plurinacionalistas ambiciosos, con mucho interés de servirse a sí mismos viviendo de los movimientos seudo revolucionarios que continúan con la narrativa hilvanada dentro del tejido mántrico del populismo radical en todos los movimientos y grupos colectivistas de Latinoamérica.

Siendo tiempos cosechas electorales, la próxima semana anunciaron sus paros, tomas de carreteras y medidas de hecho, para protestar invitando a bailar el mismo “son” de Estado benefactor regala-todo, cueste lo que cueste; con ese tono amenazante “wokista”, globalista, pidiendo la renuncia de Giammattei “por su evidente pésimo y corrupto gobierno”.

Back to reality… Los tambores de estos movimientos despiertan ansias. Están cautivando a un porcentaje de los “millenials” con ganas de bailar este tango contestatario caracterizado por su poca paciencia, poca escuela política y anhelos de poner a bailar a toda Guatemala a un ritmo que va más a prisa que la capacidad de respuesta de los estamentos políticos, maniatados desde hace décadas como se señala arriba.

Y están teniendo —como en el caso Colombia— tracción política, porque penetran la desnudez de nuestras instituciones fracasadas con sus añejas y sentidas necesidades de una parte de la población olvidada.

El principal problema ahora es económico y un mejor acceso a los servicios públicos. Es esa masa enorme y herida, el caldo de cultivo; aunque no capte, que ese cambio sistémico no puede desligarse del sistema republicano con separación de poderes, pesos y contrapesos; que protege las libertades individuales; la propiedad privada; la empresa y un Estado pequeño, eficiente y desregularizado, como la única fórmula de generar riqueza, empleo, progreso y disminución de la pobreza.

Los que han atisbado desde la altura histórica los fracasos socialistas, tienen parado el oído. Los tambores de la jungla tienen el ritmo de los molinos añejos; que muelen lentamente, pero muy fino. Ahora hay arenas movedizas. El tiempo ha atrapado al presidente y los diputados. Esto son tiempos electorales y los tambores de la jungla se oyen alto y claro. No hay que olvidar el movimiento de los “depurables” y el referéndum de 1994.

Gobierno, gasolina y fósforo. La hoguera perfecta.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.