FAMILIAS EN PAZ

Un llamado a la unidad

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La pandemia del coronavirus nos está dividiendo. Tanto en redes sociales como en las noticias leemos que algunos consideran que la pandemia es una mentira, un invento orquestado para crear pánico, otros creen que la pandemia es real pero que no es necesario sacrificar la economía confinándonos, sino implementar aislamiento inteligente por medio de la inmunidad colectiva, es decir, exponernos al contagio masivo para inmunizarnos y así evitar el colapso económico. La pregunta es, ¿a qué costo?

' No es momento de formar bandos o sacar provecho político, sino de buscar la unidad y trabajar en un mismo objetivo.

Rolando de Paz Barrientos

Es claro que no estábamos preparados para ello: ni los gobiernos ni las organizaciones de salud, ni la ciencia. Los muertos son reales y el impacto económico aún no es previsible. Una publicación de Darío Mizrahi, en Infobae, titulado “Coronavirus en los países ‘perfectos’: cómo enfrentan los escandinavos una crisis inusual” muestra cómo los países nórdicos, cuyos sistemas de salud son envidiables, han enfrentado la crisis de forma heterogénea. Suecia, el más poblado de ellos, fue menos restrictivo, pero su índice de contagio y de mortalidad era mucho mayor al resto de países que fueron más estrictos en el confinamiento. Dinamarca reaccionó de forma temprana cuando aún tenía pocos casos: cerró escuelas y comercios no esenciales imponiendo restricciones severas al movimiento de ciudadanos. El resultado es evidente: 59% menos de contagios y un índice de mortalidad 43% menor que el de Suecia.

Estamos lejos de tener un sistema de salud como estos países. De hecho, la pandemia mostró lo precario del nuestro, que por décadas ha sido abandonado por los gobiernos de turno. Sin embargo, hemos de enfrentar esta crisis con lo que hay y es aquí donde debemos unirnos. Todos tenemos derecho a opinar, estamos en libertad de hacerlo, lo que no es aceptable es promover la división y el extremismo. El gobierno tiene la responsabilidad de tomar decisiones con base a los recursos que tiene y considerar las mejores alternativas para los ciudadanos. Tenemos problemas sociales muy arraigados: desnutrición, pobreza extrema, falta de oportunidades laborales que no pueden resolverse de forma inmediata. No es momento de formar bandos o sacar provecho político, sino de buscar la unidad y trabajar en un mismo objetivo.

Las medidas tomadas están teniendo un efecto económico fuerte, principalmente en quienes trabajan en la economía informal. Hay pérdida el empleo y limitaciones para adquirir alimentos. ¿Qué hacer? Exigir al gobierno que proteja en primera instancia al equipo médico que está batallando en primea línea, dándole todos los recursos para su protección y recuperación de las personas contagiadas. No podemos permitir que colapsen física o emocionalmente. En segunda instancia, que brinde garantías para asegurar el abastecimiento de artículos de primera necesidad. No es válido que productos como licores o bebidas enlatadas puedan ser llevadas a centros de distribución, pero a nuestros agricultores con frutas y verduras no. Tercero que la ayuda social se entregue de forma ágil y a quienes de verdad tienen necesidad.

Como ciudadanos tengamos disciplina en los centros de abastecimiento. No acaparemos productos porque con ello condenamos a otros a padecer necesidad. Apoyemos cualquier emprendimiento para reactivar la economía. Una característica que como nación nos hace fuertes es la fe inquebrantable en nuestro señor Jesús, que debe motivarnos a practicar el amor y la misericordia. Ayudemos al que tiene necesidad, nadie tiene tan poco que no pueda compartir con otro.

Acatemos las decisiones gubernamentales, pero también oremos por las autoridades para que tengan sabiduría en las decisiones que tomen. Saldremos de esta prueba fortalecidos como individuos, como familias, como nación.

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