REGISTRO AKÁSICO
Un sesquicentenario masónico
Los masones de Centroamérica manifiestan su júbilo por las centenarias festividades de este año. Se sabe del involucramiento de miembros de esa fraternidad en el movimiento independentista continental. La persistencia de sus ideales, se muestra en el país, con la presencia de una Logia Lautaro, émulo de las formadas por Miranda, Bolívar, San Martín, Sucre, Santander entre muchos.
' Se descorre el velo sobre acontecimientos históricos de significación para la formación del país.
Antonio Mosquera Aguilar
En las cercanías de Puerto Coro, Venezuela, al abordar un navío corsario en 1811, las autoridades españolas descubrieron un listado confidencial de masones de las distintas intendencias del continente, partidarios de la independencia, donde aparecía el nombre de Juan Batres por Guatemala. Los masones solían conformar triángulos o sea tres personas, para compartir criterios con mucha confidencialidad. De nada valió, la represión contra las ideas de libertad e igualdad, al final se expresó en las independencias continentales. Como es notorio, en Centroamérica se festejaron 200 años de la gesta.
Posteriormente a la emancipación centroamericana, después de años de luchas políticas, reuniones secretas y acciones contra los llamados gobiernos conservadores, los masones confluyeron en Costa Rica donde organizaron logias, es decir los agrupamientos base de esa fraternidad. En enero de 1871, en San José Costa Rica, celebraron una asamblea para constituir un Supremo Consejo para América Central. Entre las autoridades, se eligió como Gran Orador al guatemalteco Lorenzo Montúfar, profesor universitario y refugiado en ese país. En abril de ese año, ese organismo recibió el beneplácito de los masones de Cartagena, Colombia, que actuaban como Gran Senado.
Coincidió con el triunfo de la revolución liberal en Guatemala, donde había una influencia masónica importante. En una reunión internacional de Lausana en 1875, al Supremo Consejo se le nombró como Oriente, lo que equivalía a reconocerle autonomía para normarse por sí mismo. Una parte de los miembros del Supremo Consejo, se radicaron en el país, donde se incrementó la organización masónica. Ello permitió, fijar la sede de América central en la ciudad capital. De esa cuenta coinciden, tanto del sesquicentenario de la revolución liberal como del consejo centroamericano.
Las efemérides fueron opacadas por la pandemia. Las convocatorias fueron suspendidas y no se efectuaron en plataformas informáticas. Debido a la discreción de la orden, no suelen utilizar portales electrónicos abiertos de libre acceso. Tampoco se inauguró al público, el museo masónico, ubicado en la sede del Rito Escocés Antiguo y Aceptado a un costado del Parque Colón, contraesquina de la Corte de Constitucionalidad, en la ciudad. Solo unos pocos, lo han visitado.
Allí, se exponen condecoraciones, documentos, vestiduras, instrumentos utilizados en sus reuniones, así como viejos libros de registro y listados actuales. Algunos visitantes no miembros de la corporación, se quejan de la falta de confirmación sobre pertenencia de autoridades de los organismos del Estado, empresarios, sindicalistas y hasta miembros de las fuerzas armadas. Se les contestó que simplemente no se puede afirmar la pertenencia de un miembro, sin su permiso previo; pero los mal pensados, consideran que esa agrupación no quiere correr el velo sobre su actual influencia. No faltará el señalamiento por los conspiranoicos, de la existencia de un gobierno en la sombra y hasta la presencia de los famosos illuminati.
En realidad, las muestras de alegría entre los masones son explicables por el orgullo que sienten por la centenaria exposición de su aporte y ejemplos cívicos.