SI ME PERMITE

Una disciplina formativa es provechosa siempre

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“La disciplina, es decir, la perfecta cooperación, es un atributo de la civilización”. John Stuart Mill

Es de lo más lamentable que cuando se habla de “disciplina” usualmente la connotación es de un perfil negativo, cuando el verdadero enfoque debe ser tener una formación mejorada, y si es necesario cambiar o corregir algo para que se pueda optimizar lo que se está haciendo.

' El proceso de la formación disciplinada de una persona traerá beneficios para el resto de la vida.

Samuel Berberián

En ocasiones escuchamos, cuando castigan a alguien, que describen que lo que están haciendo es “disciplinarlo”. Lo más acertado sería que si alguien no ha cumplido con lo que se le indicó o en alguna manera desobedeció las instrucciones que se le dieron, lo que recibe es un castigo en cualquiera de sus formas, pero no está siendo disciplinado.

Cuando uno en sus etapas formativas de la vida fue educado e instruido en una sabia manera progresiva, sin lugar a duda estará reflejando una vida disciplinada que al ver lo que hace infunde confianza, y por ello se le acepta y se le da el espacio necesario por el simple hecho de que no hay que estar supervisando continuamente, porque la persona tiene una asimilación formativa de autoevaluarse para cumplir con el encargo que se le dio.

Es sorprendente observar cómo las personas disciplinadas, en donde se involucren y se integren, recibirán impulsos con muchísima facilidad, porque se observa que hacen lo que se les encarga y se autoevalúan antes de que los superiores los estén evaluando. Por ello es más valioso cuando uno se evalúa antes de que lo haga el que este encargado de supervisarlo.

Cuán frecuente es que los que son disciplinados resultan ser los que más regresan para preguntar si se quedó satisfecho con el trabajo que se le encomendó. Cuando uno se queja por el hecho que los están observando y evaluando, es porque no ha tenido en su modo de ser la costumbre de la disciplina.

Es muy común, cuando una persona de normas altas y de desempeño disciplinado está en un lugar, que el comentario de sus superiores llega a ser: “Con él no te preocupes, él sabe lo que tiene que hacer y cumple el encargo que se le encomienda”.

Este es un valor agregado que una persona en sus años formativos, si lo recibió, lo acompañará toda la vida haciéndolo un elemento útil y confiable.

Si alguna vez la disciplina fue catalogada o interpretada como castigo, nunca logró tener un aporte positivo en la persona, porque quien tuvo que vivir esos momentos los pasó para cumplir, pero no para cambiar. Por ello la disciplina, en su expresión negativa, crea un sentir de resentimiento y nunca de un reto para mejorar o avanzar. Solamente es un modo de complacer para agradar, pero eso no altera lo que somos o a lo que se aspira llegar en la vida a largo plazo.

Los que son disciplinados frecuentemente regresan, no para aprobación, sino para pedir una instrucción de cómo pueden mejorar, y cuando escuchan las sugerencias también tienen la suficiente madurez para evaluar lo que se les dice y poder así, selectivamente, asimilar la sugerencia que se les ha expresado.

La disciplina nunca es final, es otra etapa para alcanzar la excelencia, y sin lugar a duda podemos llegar al final posiblemente aplaudidos por lo que reflejamos, pero para nosotros todavía hay camino para tener que recorrer, porque no estamos en la cúspide que nosotros nos hemos trazado alcanzar.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.