SIN FRONTERAS

Una trilogía sobre Conamigua

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La responsabilidad de un espacio semanal para la libre expresión en un medio de la envergadura y con una difusión que tiene Prensa Libre me presiona a salir con cierta frecuencia de la temática central de esta columna —que es la migración guatemalteca hacia Estados Unidos—. Esto, con el objetivo de conservar activo el interés del lector constante, consciente del riesgo de escribir sobre ciertos temas como ciudadano simple. Mantener la vigencia es un reto, y para ello me impongo ciertas reglas. Una de ellas, por ejemplo, es que evito repetir temas puntuales demasiado seguido, no digamos repetirlos en semanas sucesivas. Eso jamás lo había hecho. Pero escribo lo anterior como un pequeño preludio para distinguir lo atípico que hoy anuncio, un conjunto de tres columnas que publicaré en las próximas semanas, y encima, teniendo que soportar la roncha que causa el hecho de que esa atención extraordinaria deba ser para el Consejo Nacional de Atención al Migrante (Conamigua), ente que en este espacio hemos reiterado que es un entuerto legal, amorfo y redundante, proclive al interés de los círculos de corrupción que tanto daño le hacen al país y a sus habitantes.

' Escribo desde mis tres artículos siguientes que abordarán el tema de Conamigua.

Pedro Pablo Solares

Habiendo recorrido más de una centena de comunidades migrantes guatemaltecas en Estados Unidos durante los últimos 15 años, y habiendo trabajado en campo en las más recónditas aldeas de decenas de municipios expulsores de migración en Guatemala, he llegado a la conclusión de que he acumulado las suficientes experiencias con las realidades que viven las poblaciones afectadas por el fenómeno de la migración internacional masiva para poder tener un juicio sereno, objetivo, informado y desinteresado —a nivel personal— sobre una posición que defiendo y promuevo, que es el cierre definitivo de la burocracia más inútil que puede existir en el Estado y que se identifica bajo las siglas de Conamigua, que inmerecidamente regresan constantemente a la atención ciudadana. La conveniencia y necesidad del cierre de esta ambigua institución, por certera que pueda parecer, no es compartida por todos. En especial, personajes individuales que se abrogan la calidad de líderes migrantes en Estados Unidos, actores de la sociedad civil, funcionarios y políticos la defienden a capa de espada. El estado actual de las cosas es que parece existir consenso en que así como está ahora no funciona, pero estos últimos insisten en que con una modificación a su ley constitutiva se haría funcional.

Conamigua estuvo estancado por muchos años, pero ahora, tras la remoción del secretario ejecutivo anterior, le ha vuelto a guiñar el ojo a ciertos sectores. Y en lo particular considero que eso es una tragedia, pues empuja al país al retroceso, por darle el encargo de una problemática mayor a un entuerto que no fue hecho con propósito noble. No es entonces solamente que no funcione, sino, en particular, es que el país no toma decisiones acerca de la migración necesarias, porque pierde tiempo y recursos dándole atención a un ente que jamás cumplirá su propósito. Es mi sentir personal.

Considero importante poner el tema sobre la mesa para que el ciudadano esté informado. Por tanto, describo desde ya que estos tres artículos siguientes abordarán los siguientes temas: el primero hablará sobre cómo la ambición de Conamigua de ser una voz democrática de los guatemaltecos en el exterior es indebida, y de hecho, inconstitucional. El segundo, acerca de reformas que se pretenden hacer a la ley constitutiva y cómo estas le vendrán a dar vida por otros años a este esfuerzo inútil. Y el tercero, un reto: El reto Conamigua, en el que invitaré a algunos de los personajes prominentes que defienden su existencia a abrir sus posiciones al público. Esto, creo yo, es una forma de contribuir a las causas, y de hacer ciudadanía responsable.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.