ALEPH

Va por cuenta nuestra

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Alemania tiene mucho que decirnos frente a la pandemia provocada por el coronavirus. Es uno de los países con más personas infectadas en el mundo, pero su tasa de mortalidad con relación a las cifras de sus vecinos y de otros países desarrollados es muy baja. Estados Unidos, Italia, España y China lo superan por mucho: la tasa de bajas en EE. UU. es de más del 11 por ciento, la de Italia va por encima del 10 por ciento, la de España es de un 9 por ciento y la de China es aproximadamente del 4 por ciento, mientras que las cifras de Alemania no llegan al 0.8 por ciento.

' Una pandemia es la prueba más dura que puede pasar un sistema sanitario y un país.

Carolina Escobar Sarti

Ángela Merkel dijo en sus primeras declaraciones que este era el mayor desafío que Alemania había enfrentado desde la Segunda Guerra Mundial, lo cual nos da una idea de la seriedad con la que se han tomado el asunto. Cosas que ha hecho Alemania como parte de una estrategia integral: la aplicación masiva de test a partir del primer caso de coronavirus (300 mil test por semana), lo cual llevó a la detección temprana de miles de casos y al aislamiento de los mismos, aunque fueran asintomáticos. Por otra parte, ese país cuenta con un sistema sanitario de primera, cuya capacidad hospitalaria (ocho camas por cada mil personas, mientras que en América Latina hay un promedio de dos camas para el mismo número de habitantes) aguanta con una crisis de este tamaño. En Alemania hay 28 mil puestos de terapia intensiva, seis por cada mil personas; Estados Unidos tiene solo 2.4 para el mismo número de población. Pudimos observar de Alemania cómo han protegido a todo el personal sanitario durante la emergencia. Esto contrasta con los resultados del primer monitoreo realizado en Guatemala, a partir de la Encuesta de disponibilidad de insumos y equipo de protección personal a los trabajadores del sistema de salud frente al brote de covid-192, que respondieron recientemente 1,004 trabajadores del sistema nacional de salud. Dicho monitoreo es claro en cuanto a la falta de insumos y equipo de protección personal (EPP) requerido para atender a los pacientes víctimas de esta pandemia.

Siendo Alemania un país con mucha población joven, la mayoría de sus contagiados están entre los 20 y los 50 años, lo cual pudo ayudar a la baja de las cifras, pero más que eso, fueron determinantes las medidas de contención y prevención que tomaron para no afectar a los adultos mayores y a otras poblaciones vulnerables. Otro factor poco mencionado en los análisis es que Alemania cuenta con un sistema de seguridad social sólido, que se financia con las cotizaciones nacionales de afiliación pagadas por las empresas y los trabajadores, así como con los ingresos tributarios. Ninguna persona asalariada que se haya quedado en su casa, por la razón que fuera, sumó estrés a su sistema inmunológico, factor esencial para una recuperación pronta y un menor contagio. Los trabajadores no perdieron sus empleos ni se quedaron sin comer. El sistema dota a cada trabajador con un seguro de enfermedad, uno de dependencia, otro de pensiones, y dos más de accidentes y de desempleo.

Una pandemia es la prueba más dura que puede pasar un sistema sanitario y un país. Esto quiere decir que aunque la economía se vea severamente afectada, la ciudadanía sabe que estará protegida por un Estado de bienestar que manda el mensaje de: “Quédense en su casa, este tiempo va por cuenta nuestra porque ustedes han trabajado por este país y el dinero que maneja el gobierno es de todos”.

Guatemala no es Alemania. Estamos claros. Cada día estamos viendo los despidos y las deportaciones masivas, y eso tendrá un efecto inmediato en las cifras macro y microeconómicas. Este Estado tiene tales deficiencias estructurales, tal corrupción y tal desigualdad pactada que amén de las medidas tomadas hasta ahora por el Gobierno, seguiremos, casi todos, por cuenta nuestra. El covid-19 nos está tomando la foto, y tenemos que salir sonriendo.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.