REGISTRO AKÁSICO
Ya basta de hacerse los suecos
La diplomacia guatemalteca acudió feliz a seis sesiones en Ginebra, Nueva York y Viena en 2017. Estuvieron de acuerdo en todo lo preparado por Louise Arbour, la persecutora de ruandeses y serbios, en el Tribunal Penal Internacional. Bajo su dirección, se presentó el borrador de un pacto sobre migración. Dejaba sin piso a los partidos de derecha europea, abrumados por los flujos masivos de africanos. En el 2018, se hizo una junta en Marrakech, el 10 y 11 de diciembre. Los diplomáticos chapines se unieron a la aclamación para aprobar el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular.
' Inexplicable falta de coherencia con los compromisos vinculantes adquiridos en Naciones Unidas.
Antonio Mosquera Aguilar
Hubo países latinoamericanos escépticos de las bondades de la migración. Chile y República Dominicana se opusieron, pues temían riesgo a sus economías, al ser más atractivos que sus vecinos. Pero los representantes nacionales, sin importarles su pelea con el socialdemócrata secretario general de Naciones Unidas por el asunto de Cicig, se conformaron con la compra de recuerdos en los lujosos hoteles de Rabat. Ni una objeción sobre la supuesta falta de condiciones para recibir migrantes o refugiados.
A la semana siguiente, en la Asamblea General de Naciones Unidas, el 19 de diciembre de 2018, se aprobó el compromiso con los términos del pacto mundial. República Dominicana no asistió. Chile expresamente mencionó que la necesidad de mantener la defensa de sus fronteras impedía aceptarlo.
Mientras tanto, nuestro país votó a favor. Existen algunos puntos controversiales, como la recomendación de realizar festivales gastronómicos para celebrar el multiculturalismo. Algunas comidas en el mundo, preparadas con tantas especias, pueden provocar rechazo por su fuerte olor o apariencia. La idea de comer exótico no es mala, pero los abundantes melindrosos no aceptan ni siquiera una probadita de sabores desconocidos. Para no hablar de carnes extrañas, como las de culebras u otros reptiles, insectos y los chuchitos. No obstante, nadie habla mal de las ancas de rana, porque ya se sabe: son una delicadeza de la comida francesa.
Otro punto criticado fue la afirmación de la Asamblea General que señala a los periodistas como carentes de ética. El pacto constata la baja educación expresada en la ignorancia del idioma, pobre calidad en su formación profesional e improvisación, para referir los hechos migratorios con cargas xenofóbicas, racistas y con formas interseccionales de discriminación. ¡Vaya a saber, lo señalado en ese último concepto! No obstante, negar la pobre calificación de los colegas es difícil; suficiente al observar los noticieros televisivos y radiales del país.
En fin, otra vez, se participaba de lo políticamente correcto. En esas, se cruzó Trump. Pidió que el país refrendara sus declaraciones internacionales vinculantes. No se sabe, si de buena o mala gana, el ministro de Gobernación, Degenhart, acudió a firmar un modus operandi, totalmente en línea con lo aprobado en Naciones Unidas.
Luego, un grupo de excancilleres declaran que el país no puede recibir migrantes, salvo que los recluya en campos de concentración a la manera nazi. Se vocifera falta de condiciones para recibir extranjeros. Cualquiera sabe que lo exigible es ofrecer derechos similares a los que disfruta el resto de la población. Los dirigentes locales socialdemócratas oponiéndose se apartan de las directivas generadas bajo esa orientación en Naciones Unidas. ¿De dónde brotaron esos temores enfermizos?
Todo para hacerse suecos, sobre los deberes adquiridos por bocones en Naciones Unidas. Quizás esta sea la razón para romper con el Reino de Suecia. Abundan en el país.