FAMILIAS EN PAZ
Convergencias
Lew Wallace y C.S. Lewis, dos escritores con algo en común: pasaron de la incredulidad a la fe. Los invito a conocer sus historias y reflexionar durante esta Semana Santa el punto donde convergen.
Wallace: abogado, militar, escritor, político y diplomático estadounidense. Incrédulo respecto de Jesús de Nazaret. Su amigo ateo R. G Ingersoll le propuso investigar y escribir un libro con pruebas irrefutables que demostrara que Jesús jamás había existido. Durante años se dedicó a buscar y estudiar antiguos manuscritos, visitó las ciudades donde se indicaba había vivido Cristo y luego de un análisis profundo concluyó que tal sabiduría, bondad y perfección solo se podría encontrar en el verdadero Hijo de Dios.
Ya no lo pudo negar, no era un personaje ficticio, sino una realidad. De rodillas pidió perdón a quien tantas veces había negado. Finalmente el libro que escribió no refutaba su existencia, sino daba testimonio de cómo la fe cristiana se fue gestando en medio de un mundo hostil. Así nació la novela Ben-Hur: Una historia de Cristo.
C.S. Lewis, un intelectual irlandés, profesor de las universidades de Oxford y Cambridge. Crítico literario, locutor de radio y novelista, una de ellas Las Crónicas de Narnia.
Nació en un hogar creyente, pero en su juventud abandonó la fe, influido por la muerte temprana de su madre. Percibía la religión como una carga en lugar de la expresión de una convicción. Junto a J. R. R. Tolkien, prominente escritor inglés, se involucró en un grupo de discusión filosófica y literaria, y esta amistad influyó en su reconversión al cristianismo.
Por años negó la deidad de Cristo, pero fue honesto cuando luego de estudiar pruebas de su historicidad ya no lo pudo negar y le entregó su vida aceptándole como su Señor y Salvador.
Su lucha intelectual la describe así: “Noche a noche, sintiendo cada vez que mi mente se alejaba por unos segundos de mi trabajo, el lento venir de Él, a quien yo honestamente había tratado de no conocer. Aquel a quien yo le había temido finalmente me alcanzó… Me entregué, y admití que Dios era Dios, y me arrodillé y oré…”.
En su libro Mero Cristianismo plantea un trilema, argumenta que leyendo la Biblia uno puede llegar a tres conclusiones: o Jesús era un loco, un mentiroso o de verdad es el Hijo de Dios. Todo un desafío.
Wallace quiso refutar su existencia, Lewis su deidad. Ambos convergen en la verdad de Jesús y nos desafían a buscarle, no como simple conocimiento intelectual, sino como una experiencia diaria, en cada pensamiento, decisión y acción.
Esta semana te invito a que leamos las Escrituras, que reflexionemos ante la pregunta que Jesús mismo hizo a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? No se trata de una pregunta filosófica, sino la contundencia de una realidad eterna: el cordero de Dios.
La conclusión a la que lleguemos determinará si la cruz es una piedra de tropiezo o el único lugar de nuestra salvación.
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