DE MIS NOTAS
De hijos pródigos…
En el análisis del discurso de Portillo sale que el expresidente escogió la parábola del hijo pródigo y no la del buen ladrón, a pesar de que ambas le encajan de maravilla. El buen ladrón existe… En el día de la crucifixión Jesús le dijo: “De cierto os digo, hoy estarás conmigo en el paraíso…”.
Portillo dijo estar arrepentido de todo lo malo que hizo. El subtexto es que todos deberíamos arrepentirnos de nuestros pecados para ser igualmente hijos pródigos y buenos pecadores arrepentidos. Y el que esté libre de pecado tire la primera piedra. Amén…
Qué tiene que ver todo esto con los que conjugan sus aspiraciones políticas centrándolas en Portillo porque tiene arraigo y arrastra votos, resulta interesante.
Portillo fue paria, ahora, es hijo pródigo… Esgrime exculpaciones de los tribunales locales declarando no tener nada contra él. Esgrime una confesión negociada de haberse apropiado de dos cheques de Taiwán hechos a su nombre… más una condena purgada de cinco años en la cárcel por todo el entuerto. ¡Aleluya!
Unos se le acercan por sus votos; otros lo rechazan por sus votos; otros —y la otra— lo quieren para subirse a su ola; otros lo rechazan por sus pecados presidenciales, y a otros simplemente les cae bien por c…
¿Sabe alguien si Portillo quiere las luces después de estar cinco años en el bote? ¿Habrá podido en ese tiempo cambiar su estructura psicológica, su visión de vida? ¿Querrá sumergirse en ese laberinto político que, cual hoyo negro, atrapa y engulle al que aspira esas luces y tablas? Nadie mejor que él para saberlo.
Su discurso parece irse por otro lado: “No me anima ningún puesto de elección popular. No quiero ser diputado ni alcalde de Zacapa, mucho menos presidente. No se debe incluir la reelección presidencial porque desvirtuaría el proyecto de reforma constitucional”. Si no se reforma el Estado, hasta a monseñor Vian le va a caer porque es un Estado corrupto. El país necesita cirugía mayor, eso implica pensar en grandes cambios. Mi sueño es crear un frente democrático integrado por distintas fuerzas”.
¿Querrá Portillo redimirse haciendo algo bueno por Guatemala? ¿O como dicen sus detractores, involucrarse en política para continuar cometiendo fechorías?
Algunos piensan que un hombre con media década en una celda tiene una visión de la vida diferente. Si aprendió la lección querrá redimirse. Reincidir sería propio de los que nada tienen qué perder. ¿Tiene Portillo algo qué perder?
Un libro, una conferencia, una mesa redonda donde lo toman por ilustrado para dibujar su proyecto de “frente amplio” con elocuentes abstracciones y teorías de juegos a lo “Princeton”, o el ingreso desigual de Picketty. En todo eso quizás se sienta atraído.
Sin embargo, su entourage, de día y de noche, demandarán algo más de él. Le pedirán ser el líder. El pico de oro. El de la tarima y megáfono de campaña. Y es ahí donde este hombre quizás no tenga el hambre para ganar votos. Porque para ganar votos hay que tener hambre. Como la tuvo en sus dos campañas anteriores con sus meses y años de giras intensas —solo que ahora— ¿apoyando a un “elegido”? Difícil.
Lo que dijo este hombre de 63 años es querer sentarse a hablar-hablar y hablar para tender puentes con todos los frentes, especialmente con “el sector privado con quien no debí pelearme y que quiso hacer de mí un ejemplo, y no lo logró…”. “Con el sector privado sin cuyo respaldo no puede haber un proyecto político, porque producen empleo y generan productividad…”.
Al final del día, lo que queda en el ambiente es que hay muchas variables para asegurar qué incidencia tendrá Portillo. Algunos lo ensalzan y otros lo critican. Algo que dice mucho de nuestro país.
¿Pollo ronco al gallinero? Sepa judas…
alfredkalt@gmail.com