VENTANA

Decisión irrevocable

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No sé, estimado lector, si usted percibió el amanecer del lunes 26 de octubre con una quietud inusual. La falta de entusiasmo para quienes no estábamos de acuerdo con ninguna de las dos candidaturas y el nerviosismo de la gente que integraba alguno de los partidos generaban un clima de intranquilidad nacional que incrementaba los niveles de ansiedad acostumbrada, debido a la odiosa violencia y al tráfico insoportable. Pero esa mañana del lunes llegó serena. “La suerte estaba echada”, agregó el Clarinero. No había de otra. Jimmy Morales resultó ser nuestro presidente electo. El número 50. Increíble su inédita conquista. Lo bueno es que llegó al guacamolón sin el apoyo de alcaldes y diputados, esos caciques acostumbrados a cobrar favores.

Esa madrugada del lunes vino a mi mente la imagen de Francisco Pizarro y su indomable empeño por conquistar el Perú. Recordé su anécdota famosa que ilustra lo que significa una “decisión irrevocable”. Pizarro y sus hombres llevaban dos años y medio viajando hacia el sur. Habían tenido que enfrentar toda clase de vicisitudes. Cuando arribaron a una isla conocida como la del Gallo, sus soldados estaban extenuados, con el ánimo de desertar. Fue entonces cuando Pizarro asumió una acción épica. Trazó una raya en la arena y los conminó a que tomaran la decisión de seguirlo o no en su expedición descubridora. Trece de sus hombres más valientes dieron el paso al frente y cruzaron la línea. Sus nombres, como el de Pizarro, pasaron a la historia.

Asumo que el presidente electo tiene conciencia de la oportunidad histórica que la vida le presenta para iniciar las reformas del Estado, que le permitirían hacer un buen gobierno. El sistema actual ha envejecido y está cooptado por la corrupción. No da para más. Dana Zohar, autora de varios libros, entre ellos La Sociedad Cuántica, presenta la analogía de un sistema como si fuera una habitación. El ejemplo distingue claramente lo que significa cambio y transformación. En el concepto de cambio, el paso más sencillo, y es el que más han utilizado nuestros gobiernos, es cambiar el orden de los muebles dentro de la habitación. La segunda opción refiere el cambio de los muebles viejos por nuevos, o sea redecorar. Este es el riesgo que corre Jimmy Morales. El tercer paso no es cambio, es transformación. Es botar la vieja habitación para construir una nueva, más grande y donde quepamos todos. La pregunta sería quiénes la diseñarían y quiénes, y en cuanto tiempo, la construirían.

Para “forjar la nueva Guatemala”, Jimmy Morales necesita el respaldo de los ciudadanos. Es preciso que nos inspire asumiendo decisiones irrevocables. La anécdota de Pizarro puede aplicársele. Lo imagino antes del 14 de enero del 2016 invitando a sus funcionarios, como a los de las distintas dependencias del Estado, para reunirse en el kilómetro cero, en el Palacio Nacional. Lo imagino preguntándoles si desean acompañarlo con la intención de conquistar el futuro de Guatemala, trabajando con honestidad, creatividad y espíritu de servicio. Quienes den un paso al frente y cumplan la promesa, pasarán a la historia.

clarinerormr@hotmail.com

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