PUNTO DE ENCUENTRO

¿Desestabilizadores?

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Desde hace un tiempo se instaló en medios y cuentas de redes sociales afines al pacto de corruptos el discurso de la “desestabilización”. El banderazo de salida lo dio Jimmy Morales cuando señaló públicamente a los manifestantes —indígenas, estudiantes y campesinos— como esos pequeños pero ruidosos grupos antidemocráticos.

Al mejor estilo de los dictadores latinoamericanos del siglo XX, el mandatario califica a todo aquel que alce la voz y señale sus desaciertos como “enemigo” del régimen. Según él, hasta los jueces y magistrados que fallan en su contra son desestabilizadores y lo son también medios de comunicación, periodistas y columnistas que revelan u opinan sobre casos de corrupción o de negligencia de él y sus funcionarios.

Por supuesto los diputados no se quedan atrás y de los dichos han pasado a los hechos, tratando de impulsar una batería de leyes para restringir derechos y libertades. El colmo fue que hayan dedicado una sesión entera a discutir sobre un concierto de un grupo de heavy metal, al que calificaron de satánico, porque ni siquiera se enteraron de que sus integrantes son afines a sus posiciones conservadoras y reaccionarias.

En fin, la salida más sencilla para quienes se ven señalados por sus actuaciones reñidas con la ley es acusar a sus críticos de desestabilizadores. Resulta entonces que hay que mantener la boca cerrada y las plumas guardadas frente a sus desmanes e ilegalidades, so pena de ser perseguido y señalado públicamente. Ya ven hasta dónde han llegado las cosas que dos extranjeros —una cubana y el embajador colombiano en Guatemala— pegan de gritos en actividades públicas tildando de “vendepatrias” a periodistas y activistas sociales.

Lo cierto es que están envalentonados. Según me contaron fuentes siempre bien informadas, ahora que se sienten todopoderosos van a publicar una lista de desestabilizadores y desestabilizadoras, entre quienes destacan líderes de organizaciones indígenas y campesinas, del movimiento estudiantil, defensores de derechos humanos, columnistas de prensa, periodistas y algunos dueños de medios y uno que otro diplomático.

Eso de las listas no es nuevo. Es una práctica que viene de la época de la contrainsurgencia, de donde también viene la mayoría de compinches de Jimmy Morales y de su partido FCN Nación. La estrategia tiene un doble objetivo: descalificar y calumniar para luego justificar cualquier ataque y/o generar parálisis y temor: mejor no digo y no hago, no sea que me ocurra lo mismo.

Fíjense ustedes lo grave del asunto que desde el mismo 31 de agosto, cuando Morales anunció que no renovaría el mandato de la Cicig, a las sedes de organizaciones y movimientos sociales se han presentado agentes de policía a indagar sobre supuestas medidas de protección que en su mayoría los activistas nunca han recibido. Ni qué hablar del despliegue de efectivos militares en los jeeps donados por EE. UU., que han recorrido la ciudad y, en un acto de intimidación, ingresaron el viernes a la Usac.

Defender la democracia no es desestabilizar. Defender derechos, manifestarse y movilizarse contra los abusos de poder no es desestabilizar. Expresar libremente las ideas y las críticas no es desestabilizar.

Como casi siempre ocurre con los reaccionarios y ultraconservadores, el discurso del nacionalismo, la defensa de la soberanía y la desestabilización se utiliza como arma de control y persecución en contra de quienes defienden derechos y libertades. Por todos lados ven desestabilizadores, cuando son ellos los que comprometen la estabilidad y la democracia en aras de defender sus oscuros intereses.

@MarielosMonzon

ESCRITO POR:

Marielos Monzón

Periodista y comunicadora social. Conductora de radio y televisión. Coordinadora general de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP). Fundadora de la Red Centroamericana de Periodistas e integrante del colectivo No Nos Callarán.