TIEMPO Y DESTINO
El problema no es el sistema educativo, es el Ministerio
Con el “viejo” sistema educativo varios pueblos latinoamericanos alcanzaron altos estándares en la educación pública, terminaron casi totalmente con el analfabetismo, y se convirtieron, por ese motivo, en los pueblos más cultos y con mejor desarrollo humano de toda nuestra inmensa región.
Entre esos pueblos casi sin analfabetas figuran Costa Rica, Uruguay y Cuba. Y utilizando el mismo sistema educativo de los países anteriormente citados, cuya raigambre original se encuentra en los sistemas educativos de Alemana y Francia, Guatemala se cuenta entre los peores y más atrasados del mundo, en esa materia, lo cual indica que el gran problema educativo no está en el sistema, sino en el Ministerio de Educación, porque no funciona bien.
Veamos algunos de los más notorios problemas en Guatemala, para cuya solución no necesita de reformas educativas, como la impuesta por el Gobierno y desmantelada recientemente, por fortuna, por los magistrados constitucionales:
1- Guatemala no tiene suficientes maestros en actividad oficial.
2- Hace pocos años el Gobierno eliminó torpemente la carrera de magisterio. La pedagogía es arma a la que algunos funcionarios uniformados y sin uniforme temen.
2- Faltan muchos edificios escolares en relación a las necesidades de la población.
3- Un millón de niños en edad escolar no puede asistir a las escuelas.
4- Muchos de los edificios o locales escolares existentes no reúnen las condiciones indispensables para el desarrollo adecuado del proceso de enseñanza-aprendizaje.
5- La incultura del Gobierno guatemalteco, particularmente de algunos presidentes de la República, ministros de Educación y no pocos diputados, les ha impedido valorar en las dimensiones justas el papel vital de la educación pública en el desarrollo económico, político, social y cultural de los guatemaltecos; es decir, no se interesan por el desarrollo integral de la persona humana.
6- Los Organismos Ejecutivo y Legislativo no entienden el problema y por ello en la elaboración del Presupuesto General de Ingresos Ordinarios del Estado, asignan a la educación pública el equivalente al 3.2% del Producto Interno Bruto (PIB) cuando casi todos los demás Gobiernos latinoamericanos le asignan mucho más. Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, México, Uruguay y Venezuela asignan entre el 20% y el 25% del PIB. En Alemania, España, Estados Unidos, Italia y Reino Unido la financiación de la educación oscila entre el 30% y el 40% del PIB; llega al 44% en Francia y al 56% en Suecia.
Como un monumento a lo absurdo, en Guatemala se invierte “no menos” del 3% en el deporte. El 50% va directamente al deporte federado, dinero que no siempre es usado con honradez, como se evidencia estos días con actos de corrupción que están siendo tratados en escandalosos procesos penales. Tal es la situación que al fútbol guatemalteco no se le permite participar en competiciones internacionales, desde octubre pasado, como sanción moral porque la asamblea general de la Federación Nacional de Fútbol no avaló la continuidad del Comité de Regularización impuesto por la Federación Internacional de Fútbol, después de que la directiva fue inhabilitada por presuntos actos de corrupción.
Otro ejemplo de menosprecio por la cultura fue el nombramiento, en septiembre de 2014, de un futbolista como ministro de Cultura y Deportes, quien declaró, poco después de asumir el cargo, que no sabía mayor cosa de cultura. Ahora está procesado penalmente.