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El SP es un reflejo de Guatemala

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El Sistema Penitenciario colapsó desde hace décadas. No es noticia nueva. Tampoco lo es que desde décadas ha sido manejado por ciertos reclusos que han llenado el vacío de poder que existe en los presidios, debido a que el Estado no ha cumplido con su deber.

Byron Lima logró liderazgo porque ofreció poner un orden dentro del desorden. Y a través de los años se convirtió en la persona más poderosa e influyente dentro de presidios.

Lo ocurrido esta semana en Pavón deja al desnudo la dura realidad que se vive en las cárceles guatemaltecas y la manera como se manejan allí las cosas. Es un submundo turbio, retorcido y el infierno en la tierra, en lugar de ser un sitio para reivindicar a las personas.

Las cárceles son un reflejo a menor escala de todo el aparato gubernamental guatemalteco, completamente cooptado por grupos ya no tan ocultos, pero sí terriblemente poderosos. La similitud entre cómo se manejan las cárceles y la mayoría de entidades estatales es muy parecida.

¿Qué diferencia hay? Solo que unos usan traje a rayas y otros, traje y corbata. Pero al paso que vamos y si estuvieran en la cárcel todos los que deberían estar, mejor habría que construir, al estilo Trump, un muro a manera de prisión alrededor de los principales edificios del Gobierno.

De la misma forma como se encuentran los presidios, completamente abandonados, en desorden y sin una autoridad legítima, así está el país entero, totalmente fuera de control. Pero también lo ocurrido abre la oportunidad para reformar las falencias del sistema penitenciario guatemalteco.

Imagine usted, a la fecha existen poco más de 20 mil reos y la infraestructura tiene capacidad únicamente para siete mil, lo cual debe ser corregido de inmediato, para no mezclar privados de libertad de alta peligrosidad con otros de delitos comunes. Obviamente, esto implica invertir y el dinero está, pero hay que ejecutarlo con transparencia.

También es necesario fortalecer el recurso humano. Los agentes deben ganar un sueldo digno y estar bien capacitados. Supongamos que un guardia de Presidios gana un poco más de tres mil quetzales al mes, y llega un capo mafioso y le ofrece 30 mil por ayudarlo a cometer un ilícito, este aceptará la propuesta a ojos cerrados, porque se mantiene cansado, con hambre, odia el sistema y está desmotivado.

En cuanto a los privados de libertad, es necesario lograr una reinserción social. Contar en los centros con áreas educativas, talleres de aprendizaje a nivel técnico, que les permitan generar ingresos para el propio centro y así pagar los gastos que genera cada reo. El que no trabaja que no coma.

La idea de Lima de gerenciar una empresa dentro de la cárcel era buena, pero el detalle es que esto debe dirigirlo el Estado y los fondos deben ser para el Estado, y no para ninguna persona particular.

Es necesario que cada centro genere sus propios ingresos y pague sus gastos, para no ser una carga para la sociedad, y además los privados de libertad aprenderían a trabajar. El trabajo dignifica al ser humano y lo transforma.

En algunos países, ciertas prisiones con estas condiciones han llegado a convertirse en un modelo de readaptación social. Era predecible que en el abandono en que históricamente ha estado el Sistema Penitenciario cobrara ya la factura. La realidad es que las autoridades no tienen la capacidad de mantener el control.

La cadena de la justicia tiene cuatro eslabones que deben casar entre sí, para que esta sea efectiva: PNC, MP, tribunales de justicia y Sistema Penitenciario. Por ello es necesario ponerse a trabajar ya.

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli

MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.

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