ESCENARIO DE VIDA

En Río Dulce

Estar en el Parque Nacional Río Dulce para Semana Santa, joya de los guatemaltecos, fue un regalo inolvidable, ya que esta región contiene uno de los paraísos de mayor atractivo de todo el continente americano. Hace un año llegaron unos jóvenes sudamericanos llamados Andrés Felipe Álvarez y Lina Marcela Ruiz. Su agenda era salir de Colombia y llegar hasta Alaska escribiendo un diario en cada lugar que paraban. En Río Dulce percibieron magia. Sus cálidos amaneceres les hicieron escribir una fascinante percepción de un lugar del cual pocos conocen. Su relato lo reproduzco parcialmente en este artículo.

“Durante nuestro viaje por Río Dulce en Guatemala, visitamos una fundación en medio de la selva en la que más de 250 niños y niñas son rescatados de las garras de la miseria, la desnutrición, el maltrato y el abuso. Cada mañana, cuando el sol se eleva sobre las aguas de Río Dulce, sus rayos le arrancan la oscuridad a una casa verde que pareciera emerger sobre el inmenso caudal. Decenas de monos aulladores fungen como ese despertador puntual programado por la naturaleza, y con sus rugidos sacan del mundo de los sueños a los más de 250 niños y niñas que descansan en el lugar. La escena se repite todos los días desde hace casi 30 años en las Brisas del Golfete…”

A distancia podemos leer en la fachada verde grandes letras amarillas con la inscripción “Casa Guatemala”. Fue creada por una pareja de canadienses viajeros, con el objetivo de ayudar a las víctimas del terremoto que devastó al país en 1976. “Con la guerra civil se agravó el problema e hizo que esta ONG recogiera las cenizas aún ardientes que consumían a la sociedad guatemalteca”.

Según el Blog, “antes de que la primera luz del día se cuele por las ventanas de los dormitorios, en las dos grandes casas que separan a niños y niñas ya se han formado largas filas para tomar la ducha matutina. Afuera se alinean una vez más para tomar el desayuno y el resto del día lo reparten entre clases y juegos con sus amiguitos. Las sonrisas quieren escaparse de sus rostros. Ellos aún no tienen conciencia para entenderlo, pero esa felicidad es la otra cara de la miseria con la que el mundo les dio una triste bienvenida”.

Aunque debo saltearme mucho del relato por falta de espacio, doy crédito a mi amiga Angie de Galdámez, quien me hizo primeramente conocer Casa Guatemala y tuve oportunidad de convivir con los niños dos días de filmación. Hoy es manejada por Heather Graham, quien cuenta cuando cinco niños llegaron en medio de la oscuridad y cenaron un plato de huevos para calmar el hambre. Han pasado 15 años cuando Heather era apenas una voluntaria y hoy funge como directora general, haciendo una labor titánica que el Estado guatemalteco no fue capaz de lograr. Estos niños vienen de 30 aldeas y ahora obtienen educación, vivienda, recreación y alimentación. “Mantener Casa Guatemala cuesta 400 mil dólares al año que tienen que salir de donde sea, porque el hambre no espera”.

El Blog describe las historias desgarradoras de estos niños que contrastan con la belleza inmensa de la selva, que es atravesada por un río que sirve de escenario. Según Andrés y Lina, el sabor que les dejó este viaje por Guatemala fue agridulce. Por un lado, “la cara de tristeza de ver cómo la vida se ensaña con unos, y otro de alegría por conocer el desinterés de otros que dejan todo y cruzan el mundo para aportar la felicidad de un desconocido.

Si una canadiense puede ayudar a estos niños ¿por qué no podemos nosotros los guatemaltecos? Les insto a ponerse en contacto con Casa Guatemala con www.casa-guatemala.org y el blog de Andrés y Lina es: http://www.renunciamosyviajamos.com/casa-guatemala-la-segunda-oportunidad-de-vida-a-la-orilla-del-rio-dulce/

vidamordepaz@yahoo.com

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