En río revuelto lipidia para todos
Y en medio de este caos de hediondez política queda a la vista la debilidad de nuestro supuesto sistema republicano. Apenas un esqueleto medio quebrado con algunas carnes pegadas a los huesos y uno que otro ligamento atornillado con improvisaciones de emergencia.
No hay fondos para pagar las planillas de servidores públicos, jueces, hospitales, medicinas, etc. No se aprueban los bonos, porque no quisieron en su momento aprobar los préstamos de largo plazo con intereses bajísimos, a 30 años y con 10 de gracia. En todo esto se mueven intereses espurios de profunda relación electorera y hay un silencio sepulcral de los entes financieros porque los bonos son para efectos prácticos un regalo navideño para ellos. Cero riesgos, cientos de millones de ganancias sin mover un dedo.
Preocupa ante todo ese impase cuyo único objetivo es paralizar el sistema para que colapse y alguien pague el costo político. Lo malo es que en la misma camioneta desenfrenada vamos todos.
El dilema es aún mayor porque nadie quiere ceder. La lógica indicaría que en tiempos de vacas flacas hay que apretarse el cincho y suspender cualquier inversión aunque esté presupuestada. El sentido común sugeriría que hay que disminuir gasto superfluo, cortar a esos cientos de guardaespaldas, cientos de vehículos, gasolina, viáticos, todo aquello que no es pertinente para el cumplimiento de las prioridades.
Los conocedores del presupuesto general de la Nación aseguran que se pueden hacer recortes sin afectar el funcionamiento del gobierno porque buena parte de este es alimentado por la teta pública, por culpa de esa dolencia cancerosa imposible de eliminar de la escena electorera, de pagar con huesos a sus correligionarios.
¿Cuántas veces hemos repetido desde esta columna en compañía de un coro cada vez más numeroso de académicos, políticos responsables, organizaciones internacionales, tanques de pensamiento, etcétera, la enorme importancia de contar con un sistema burocrático basado en la meritocracia?
La Ley de Servicio Civil siempre ha sufrido el engavetamiento permanente porque sencillamente no conviene a los intereses de los partidos políticos. ¿Y cómo vamos a pagar a nuestros correligionarios, pues ?
De manera que no se ve una luz al final del túnel. Ninguno de los operadores políticos quieren ceder. Están a la espera de que la cosa truene para que en río revuelto ganancia de pescadores. ¿Quiénes son esos pescadores? ¿Qué peces sacarán del agua revuelta? Definitivamente —escondida en las prebendas politiqueras— habrá mucha sangre de inocentes, que por no contar con la ayuda médica se murieron. Habrá decenas de miles de familias prestando a intereses de usura mientras les salen sus salarios atrasados. Y nosotros, como país, bajaremos un peldaño más hacia ese nombre innombrable que tiene que ver con aquello que está fallido.