LA ERA DEL FAUNO

Es ahora o no será nunca

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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Como bien sabemos, no habrá Cicig parte II. Nos encontramos en un momento histórico irrepetible. Una grieta se abrió al centro de la corrupción continuada. En 2015, el crimen organizado, tan acostumbrado a robar hasta bostezando, se sobresaltó por las capturas de los más altos funcionarios. Siguieron diputados, magistrados, alcaldes, jueces, empresarios corruptos, militares. En las calles, nadie podría decir —como antes— que solo se atrapaban gatos y se dejaba libre a los tiburones. Por un tiempo, varios sectores encomiaron los resultados de la Cicig y del MP, pero, al verse afectados, buscaron debilitarlos.

Se fracturó el poder criminal sobre un pueblo que, aunque airado, estaba acostumbrado a vivir con eso, a soportarlo todo. Aun cuando esa grieta no acaba de expandirse hasta tragarse a todo el sistema corrupto, lo realizado hasta la fecha es de trascendencia histórica. No volveremos a tener otra oportunidad semejante.

Muy de cuando en cuando, los pueblos tienen ocasión de reconstruirse. Es nuestro momento. Y esa posibilidad no descansa solo en una persona. El comisionado Iván Velásquez no es sobrenatural, ni héroe, sino un humano comprometido con la justicia, que atiende al mandato de la Comisión Internacional contra la Impunidad. Las difamaciones en su contra, provenientes del mismo crimen organizado, se han incrementado y surgen simultáneamente con intentos feudales por favorecer a los empresarios, al repunte de la violencia, la actitud abusiva del Cacif, que da órdenes al Congreso de la República, esa cueva de mayoría abyecta que en alianza empresarial cierra filas contra la Comisión, ante la mirada pasiva del presidente J. Morales.

Es iluso pensar que un tsunami cada vez más fuerte motivará que este país cambie de una vez por todas. La captura de altos funcionarios trajo consigo la resaca del día siguiente. Muchos le endosan hoy al Comisionado una responsabilidad demasiado grande, la de salvar a este país de sí mismo, de su propia idiosincrasia, sus malas costumbres y sus carencias. Hay quienes interpretan el apoyo como un reconocimiento de heroicidad antes que manifestar su oposición a la corrupción activa en el Congreso, que elabora leyes para favorecer a los ganaderos, manosea las propuestas constitucionales, o desde el Ejecutivo, donde el presidente exonera de impuestos a sus amigos, o el Judicial cooptado en el seno del OJ, etcétera.

Resulta enfermizo esperar acontecimientos cada vez más grandes para mantener ardiente la esperanza ciudadana. La cómoda espera de hechos impactantes genera, supongo, adicción a la emoción que provocan los allanamientos, las capturas, más funcionarios presos, más empresarios desenmascarados, todo lo que ha sido el grato camino recorrido, porque esos criminales eran intocables, pero el apoyo es algo más que dar un “me gusta” en las redes.

Es momento de que los medios de comunicación, o mejor aún, sus integrantes, periodistas, fotógrafos, editores, cerremos filas a la corrupción. Es momento de que un nuevo empresariado reemplace las formas feudales que representa el Cacif. Quienes tengan amo, es momento de que se suelten. Es momento de que los trabajadores de centros de telefonía contratados para propagar mentiras y hacer eco de voces racistas abandonen esa comodidad apoltronada en viejas prácticas. También ayuda el que no estorba, se informa y se niega a servir al mentiroso, al racista y al imbécil.

Es momento de exigir la renuncia de los diputados, y de estar alertas al llamado de la plaza que, esta vez, puede que nos llame a pernoctar. Es ahora o no será nunca.

@juanlemus9

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