PERSISTENCIA

Filosofía de Homero

Margarita Carrera

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Ya W. Jaeger en su Paideia se percata de que “La obra de Homero está en su totalidad inspirada por un pensamiento 'filosófico' relativo a la naturaleza humana y a las leyes eternas del curso del mundo. No escapa a ella nada esencial de la vida humana. Considera el poeta todo acaecimiento particular a la luz de su conocimiento general de la esencia de las cosas (…)”. (Capítulo Homero el educador). Esto dicho por Jaeger, que no por mí, cobra valor inusitado por el inmenso prestigio de este helenista erudito dentro del mundo académico, sobre todo dentro de las “universidades”, menores o mayores, en donde el filósofo, por regla general, no acepta que un poeta sea capaz de desentrañar las verdades más ocultas que encierra la vida humana, inmersa dentro del Universo. He de insistir en que, antes de Sócrates-Platón, el más grande filósofo es Homero, aunque no cree —aparentemente— lo que los académicos denominan una “doctrina” o un “sistema” filosófico.  Pero, ¿cuál es la filosofía que sostiene este genial poeta? Simplemente se trata de una filosofía que —sin dejar de tener en cuenta a la razón— se dirige a la “vida” del humano y encuentra que esta solo tiene sentido (o verdad) si hay una entrega a ella, al desarrollar, de manera excelente (“aristos”), todas las virtudes (“aretai”) físicas y psíquicas —indisolublemente unidas— con el fin de alcanzar el “ideal del yo”, que lo identifique —en esta vida— como el mejor de los “humanos”. Porque Homero no rechaza la vida, esta vida, como lo hará más adelante Sócrates-Platón; todo lo contrario, la exalta de manera sublime, enseñando cómo es que ha de vivirse con intensidad, no solo afanándose por la búsqueda del “ideal del yo”, sino aprovechando todos sus frutos materiales y espirituales que nos ofrece en su trágica brevedad. En latín ha de decirse más adelante “carpe diem” (=vive el día). Así es como Aquileo escoge una vida breve pero intensa y heroica, a una larga y sin pasión: luchar, gozar y sufrir, en toda su intensidad. Todo ello, para alcanzar honra y gloria en esta existencia y subsistir (eternizarse), después de ella, por medio de los cantos heroicos, por medio de la poesía, única que llega a lo más profundo del corazón (y mente) del ser humano. Y si conocemos cómo la ciencia psicoanalítica descubre (ante los perplejos ojos de los filósofos no vitales) las leyes que rigen, de manera inexorable, el alma, del mismo modo que existen leyes eternas que gobiernan el universo, comprendemos aún más que Jaeger mismo, sus propias palabras, esto es, que el pensamiento homérico es filosófico, en lo “relativo a la naturaleza humana y a las leyes eternas del curso del mundo (…)”.    Asimismo, el hecho de que “todo acaecimiento particular”, grande o pequeño que se dé en la “psyche” (=alma) o en la “physis” (=naturaleza), nos conduzca “a la luz del conocimiento general de la esencia de las cosas (…)”.

Para Homero, trágico, en el sentido de que al morir solo esperan al humano las oscuras y tristes sombras del Hades, lo esencial radica en lo vital. La esencia de todo “ser” es el animismo, según el cual se considera que no solo los animales (entre ellos el hombre) y las plantas tienen vida, sino todo aquello que los rodea: el mar, el cielo, los ríos etc., Los que representan, además, las fuerzas que gobiernan, de manera implacable, al hombre y el Universo. Homero admite contradicciones, se introduce dentro del mundo de la sinrazón, de la pasión, de la cólera, el amor, no evadiendo ningún sentimiento que enaltezca o agobie al humano, al cual toma cual es.

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