PERSISTENCIA

Filósofos científicos

Margarita Carrera

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En el siglo V a. de C. se encuentran, además de Heráclito, otros filósofos con actitud científica frente a la “physis”. Así, Empédocles, al tomar los cuatro elementos de la naturaleza: tierra, agua, aire y fuego como sustancias-raíces reales y primarias que conforman el Universo, se torna precursor de Freud, al concebir el amor y el odio como las dos fuerzas naturales de atracción y repulsión que gobiernan la “physis”. También da a conocer una teoría predarwiniana de la selección natural: los seres vivos, como todos los otros que conforman la naturaleza, se han originado por combinaciones puramente fortuitas de los cuatro elementos.

Anaxágoras es también otro filósofo que continúa —por el siglo V a. de C.— la tradición jonia, al tomar la filosofía como actividad científica. Formula una complicada teoría acerca de la materia de la naturaleza, discutida aún por eruditos helenos. Se destaca porque es el primero que apunta la ruta hacia la teoría atómica que más adelante retoma Demócrito. Sin embargo, señala explícitamente la separación entre materia y espíritu. Lo que no es materia es espíritu y es este la causa motriz que gobierna al mundo. Es digno anotar que en su actividad científica no hay mezcla de ideas místicas religiosas al modo pitagórico.

Lo más sobresaliente de Anaxágoras es que trata de explicarlo todo, por causas físicas y materiales. Ello hace que los llamados actualmente filósofos no le consideren digno de pertenecer a su secta metafísica.

Demócrito (460-370 a. de C.), junto con Leucipo, elabora la doctrina atómica que, ampliada y corregida, impera en la actualidad. Como científico descubre que todo ser es un cúmulo infinito de átomos indivisibles, inmutables, con un movimiento simple en el espacio, el cual les imprime su propio peso (=mecanicismo). Aristóteles, que tiende más a lo científico —esto es a la physis más que a la meta-physis—, le admira y escribe sobre él.

Es esencial hacer notar que la teoría atómica de Demócrito permanece invariable en lo esencial hasta el siglo XIX, con Einstein. Ello, sin duda, porque tanto los que se llaman a sí mismos filósofos se alejan de la naturaleza —como si esta no tuviera ciencia y verdades o leyes que se cumplen de manera inexorable— y apuntan a la metafísica o a especulaciones de índole lógica que marginan todo lo científico.

Con temor y rechazo, Demócrito fue incluido dentro de los “filósofos materialistas” que ponen en peligro las especulaciones filosóficas que evaden toda ciencia.

Epicuro (341-270 a. de C.) adopta la teoría atómica de Demócrito y comprueba, como científico, que todos los cuerpos, aunque difieran en tamaño y peso, deben caer con la misma velocidad en un espacio vacío. Su filosofía la orienta a la vida, de modo que una filosofía que no tuviera como fin alcanzar la felicidad del hombre en esta tierra de la “physis” no tendría razón de ser. Lo cual no le conduce a predicar placeres desenfrenados que conllevan enfermedad y sufrimiento, sino, al contrario, aboga por una vida en donde imperan la “sophrosune” o equilibrio, para poder, así, el humano, gozar de esta vida.

Según mi punto de vista, también es precursor de Freud al descubrir los tres principios que ha de tener en cuenta el humano para no caer en la enfermedad: el principio del placer, el principio del desplacer y el principio de la realidad. Así el primer paso hacia la felicidad consiste en eliminar lo que produce infelicidad al hombre, el pensamiento de la muerte, el temor a los dioses —unido al sentimiento de culpa— y el dolor físico.

Para Epicuro, la muerte no existe mientras uno vive.

margaritacarrera1@gmail.com

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