SI ME PERMITE
Flexibilidad, no conformismo
“Las almas más hermosas son aquellas que están provistas de mayor variedad y flexibilidad”. Michel de Montaigne
En la sociedad a la que pertenecemos compartimos extremos: unos simplemente se resignan a un conformismo para que no tengan dificultades y, por otra parte, otros son intransigentes simplemente para que no digan que están cediendo.
Por esta razón, lo más sano es entender el valor de la flexibilidad y asimilarlo a nuestro modo de vivir y también de expresar nuestro modo de pensar. Si logramos esto, seguramente nuestro círculo de relaciones se irá ampliando y también nuestra persona será valorada y apreciada por el simple hecho de no ser confrontativo.
Debemos entender que la flexibilidad en ninguna manera es señal de debilidad como algunos lo piensan, sino todo lo contrario, es muestra de madurez y comprensión. No siempre se tiene la razón y no todos deben ajustarse a nuestro modo de pensar. Es claro también que si no confrontamos la idea de otros no estamos aprobando, sino simplemente permitimos que los demás tengan el derecho de disentir sin por ello condicionar la relación.
Viviendo en medio de gente que pelean su espacio su derecho y querer imponer su modo de ver las cosas, es sano que otros sean tolerantes y permisivos siempre que no violente principios que nos identifican. Porque el modo de ver y percibir las cosas es muy personal y si podemos ser tolerantes no es extraño que con el tiempo nos den la razón que no peleamos en un momento.
Si las discusiones y las imposiciones pudieran haber cambiado la historia tendríamos otra realidad en que vivir. Pero no podemos negar que muchas de las guerras y conflictos se iniciaron simplemente porque alguien quiso imponer alguna opinión o bien una postura que otros no aceptaron, y al final solo dejó disgustos, dolor y ningún acuerdo.
Los destacados pacificadores que la historia reconoce fueron aquellos que con la mayor tolerancia y paciencia supieron mantener un diálogo que con el tiempo produjo resultados provechosos. La historia registra estos logros con mayor honra que aquellos que con las armas y fuerza impusieron cosas que, aunque fueran buenas, no dejaron el mejor de los sabores.
Esta realidad se vive en toda la diversidad de relaciones, sean estas entre dos amigos, parientes o bien representantes de la sociedad. A diario leemos en los medios de comunicación de aquellos que se sientan en las mesas de negociación representando intereses diversos y el modo como concluyen para la ventaja o desventaja de muchos.
El caso más recurrente está en la interrelación de parejas cuando tienen que decidir algo. Muchas veces alguien simplemente baja la cabeza y se calla para que termine la discusión y no lleve a mayores problemas. Pero también es gratificante ver cuando las dos partes con la mayor flexibilidad van cediendo hasta encontrar un balance y equilibrio que beneficia a ambas partes.
Debemos aceptar que este ejercicio es algo que cuanto antes en la vida se aprende, gratifica las relaciones para toda la vida. Por ejemplo, cuando los niños tienen que compartir juegos o turnos en los juegos están aprendiendo el valor de compartir y esperar en el resto de la vida y darán su dividendo sin lugar a duda. Claro que hay que dedicar el tiempo necesario para que esto se pueda inculcar. Hagamos la tarea individual de agregar la flexibilidad en nuestras relaciones, para poder gozar de mejor salud y relación.
samuel.berberian@gmail.com