ENCRUCIJADA
Indicadores de deuda
Joseph Schumpeter, un conocido economista austriaco muy apreciado en las escuelas de negocios, señaló que la economía debía estudiarse aprovechando los conocimientos de la historia, de la teoría económica y las estadísticas. Muchos comentarios sobre el problema de la deuda en Guatemala debieran tomarlo en cuenta, especialmente el uso de estadísticas.
Hay al menos tres indicadores estadísticos que deben evaluarse para analizar la deuda pública de Guatemala. El primero es la relación entre la deuda y los ingresos que todos recibimos en Guatemala, generalmente medido por el Producto Interno Bruto (PIB). Nos da un indicador de la capacidad nacional de pagar la deuda. Al evaluar este indicador Guatemala aparece como un país con capacidad de endeudarse: el saldo de su deuda es una cuarta parte de sus ingresos totales. Solamente Perú y Chile tienen una relación menor en América Latina. En Estados Unidos, Japón o Grecia es más de cuatro veces mayor. Además, al estar en torno al 25% del PIB, la relación entre deuda y PIB en Guatemala es menor que lo normalmente recomendado por los expertos: que debe estar por debajo del 40% del PIB. En principio, tenemos la capacidad nacional de pagar nuestra deuda pública.
Pero este indicador no es suficiente. Como la deuda pública tiene que pagarse con impuestos, resulta importante evaluar la proporción de impuestos que debe destinarse al servicio de la deuda. Este indicador señala que hay peligros en Guatemala, porque estamos cerca del umbral que no debe superarse. Los expertos recomiendan que el valor total de la deuda pública no debería ser superior al 250% de los ingresos fiscales cada año. Y Guatemala está en torno al 225% actualmente. Es una luz amarilla. Solo hay espacio para endeudarse si el crecimiento de la deuda resulta menor que el crecimiento de los ingresos fiscales. Si eso se logra, la relación entre deuda e ingresos fiscales puede reducirse gradualmente, y así revertiríamos la tendencia que se ha dado últimamente. Esto no depende solamente de la política de endeudamiento, que debe ser muy prudente. También depende de si una SAT reformada tiene más capacidad para recaudar impuestos. Hay espacio para lograrlo, pero puede tomar tiempo.
Un tercer indicador es la proporción de ingresos fiscales que se dedica a pagar el servicio de la deuda cada año, que incluye no solo los intereses, sino también el pago del capital inicial que se obtuvo con el crédito. Nos da una idea de cuántos recursos del presupuesto tenemos que sacrificar para pagar nuestra deuda. En Guatemala el 17% de nuestros ingresos fiscales debe utilizarse para pagar la deuda. Es significativo. Sustituir deuda cara por deuda menos costosa quizás podría ayudar algo. Pero no pagar la deuda pública amenazaría el acceso futuro a recursos de capital para el Gobierno y aumentaría el costo que el sector privado tendría que pagar por su crédito externo. Y la información reciente (2013) señala que el endeudamiento externo del sector privado es mayor que el del sector público. Este es otro indicador que hay que tomar en cuenta.
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