URBANISMO Y SOCIEDAD

Informalidad y violencia urbana

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El concepto de informalidad representa a: “Todos esos habitantes que ilegalmente toman la tierra como medio para resolver los problemas de vivienda o usurpadores de la tierra que residen en la ciudad”. Sin embargo, los objetivos usados no explican precisamente la realidad de todos estos habitantes que se han formado y son un problema peculiar. El concepto puede ser visto de diferentes maneras, dependiendo del interés y de una orientación disciplinaria. Sin embargo, estos objetivos son el resultado de nuestros problemas urbano regionales. Por un lado, esto puede ser producto de una necesidad social o de la deshumanización social. De otra manera puede ser un proceso de la Marginalidad que representa el deterioro de la convivencia en las periferias donde “hay dos respuestas: la violencia institucional, policíaca y las cárceles (como el reciente caso de Pavón), que son las primeras víctimas del injusto orden que les condena a una educación deficiente, falta de condiciones de vida, carencia de oportunidades y hacinamiento”. (C.Lazo)

Lo anterior ha producido el fenómeno urbano de las pandillas o maras, que en Guatemala vienen desde los años cincuenta. Según la CEPAL: “son jóvenes que ven reducidas sus oportunidades de experimentar una pertenencia a la comunidad con derechos y obligaciones, con similitud de problemas y recompensa con sus pares de otras clases sociales”. Sus primeras manifestaciones se dieron en marzo y abril de los años 60, en los movimientos políticos-sociales en contra del Gobierno. De esta época proviene el nombre de maras, por el modo en que se desplegaban en las calles, como las hormigas Marabunta del Brasil, como lo había explicado con anterioridad. Esta población en estado de pobreza y sin vivienda se ha ubicado en una serie de asentamientos de emergencia, como los que se ven en los barrancos de la periferia del Centro y que ahora lo están tomando poco a poco, hasta que venga el otro terremoto, cuando será el asalto final. Pero la violencia delincuencial juvenil y ligada al narcotráfico buscó en México y Estados Unidos su futuro, con una fuerte migración.

Sin organización social, los jóvenes de estos asentamientos se convirtieron en grupos agresivos, con resentimientos y apáticos, que van a participar en hechos violentos y delincuenciales. Pero los más violentos son aquellos que han sido expulsados de Estados Unidos, junto a los salvadoreños que se han unido a las mafias mexicanas. De estos provienen los extorsionistas que tienen en jaque a la población. Las pandillas juveniles, cuyos miembros se identifican por tatuajes en el cuerpo, surgieron en comunidades de inmigrantes centroamericanos en Estados Unidos, en ciudades como Los Ángeles, y se diseminaron a países que incluyen a Guatemala, Honduras y El Salvador y que vienen a conformar la frontera norte, esa que tanto teme el candidato republicano de Estados Unidos Donald Trump.

Guatemala vive actualmente una inseguridad, producto de una nueva Low Intensity War internacional, en que el terrorismo, el crimen organizado y sobre todo el narcotráfico han desarrollado una segunda generación criminal de pandillas juveniles. Las debilidades del Estado, incluyendo las municipales, se basan en una ausencia de estrategias y planes en materia de Seguridad, en que las maras podrían ser involucradas en procesos terroristas, tal como el de la cárcel de Pavón, muy parecido a los de al-Qaeda o los de Isis, pero no hay iniciativas para una planificación del desarrollo urbano y en una situación como la actual, como la del terremoto, se dedican solo a realizar proyectos para los sectores económicos.

ESCRITO POR:

Alfonso Yurrita Cuesta

Arquitecto con estudios de urbanismo en Land Reform Training Institute, Taiwán / Lincoln Institute of Land Policy, Inc., EE. UU. Director de la Unidad Planificación Urbana Municipalidad de Guatemala. Desarrolló el Plan Regulador de Antigua Guatemala.

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