ALEPH
Jaque mate
La posición de jaque mate en ajedrez significa que el rey está atrapado, que no tiene escapatoria, que está amenazado. Esa jugada solo puede evadirse de tres formas: 1) moviendo al rey fuera de la acción de las piezas contrarias; 2) interponiendo una pieza entre la pieza contraria y el rey; o 3) capturando al rey.
Suponiendo que el rey amenazado en nuestro tablero fuera Otto Pérez Molina, la primera acción sería la que quiere la mayoría ciudadana: sacarlo de la jugada. La segunda acción sería la que acaba de hacer la embajada de los EE. UU., interponiendo a su embajador entre los deseos de buena parte de la ciudadanía y Pérez Molina. Sobre la tercera, será la justicia la que tenga la última palabra.
En todo caso, increíble el espaldarazo simbólico que le dio el embajador de los EE. UU. al presidente en la última conferencia de prensa. Si se hace un análisis semiótico de la foto que viralmente se difundió por los medios el día de ayer, podremos ver mucho y figurar hacia dónde se inclina la balanza en este juego de poderes. La mirada dura de un embajador que suele sonreír, la mirada débil de Pérez Molina que antes miraba con ojos completamente abiertos y de manera directa, sus manos en actitud de educada contención, la posición de uno respecto del otro, lo que cada uno representa en sí mismo, el manejo de ambos del podio y el micrófono, la inclinación del cuerpo ante ciertas declaraciones, etcétera. Ya no sabía uno quién era el presidente. Si a esto le sumamos el discurso de cada uno, veremos que fue una movida táctica de índole política. Lo técnico en la intervención de la SAT hasta podría ayudar, pero en medio de este escenario de crisis, eso es secundario.
En los orígenes de este proyecto inconcluso de nación, están las causas estructurales de un descalabro que sigue vigente, porque en su mayoría los grupos que han tomado el poder lo han hecho precisamente para beneficiarse de ese estado de cosas, no para transformarlas. Lo que nos recuerda que las tomas de poder no son solo económicas o políticas, sino también espirituales. Cuesta entender las motivaciones profundas del embajador Robinson, a menos que se entiendan desde una lectura de país que no está a la altura de la Guatemala del 2015. Si es por generar estabilidad social que sostienen a Pérez Molina, parece que no está funcionando. En la última semana no han parado los asesinatos (el último, el de Francisco Palomo); llevamos seis semanas de manifestaciones que no parecen detenerse; no han cesado de aparecer en los medios los casos de corrupción; en las aduanas, ahora tierra de nadie, quién sabe qué estará sucediendo y cuántos millones más estarán pasando a cuentas personales.
Si es por estabilidad económica que lo quieren sostener hasta las nuevas elecciones, no hay que olvidar que es la certeza jurídica la que genera mayor estabilidad, no la preservación ilusoria de un frágil cascarón. Pérez Molina está muy solo en el tablero de ajedrez, y debería recordar que a personas como él, en otras latitudes y otros tiempos, también las han dejado solas los sectores de poder que parecen respaldarles. Así era la política bananera, ahora la política es también de la ciudadanía.
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