PUNTO DE VISTA

La defenestración de Caracas

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En Praga, hace 70 años, el 10 de marzo de 1948, el ministro de Relaciones Exteriores Jan Masaryk, único miembro no comunista del gobierno e hijo del presidente y padre de la patria checa Tomas Masaryk, murió “cayendo” por la ventana del Ministerio, lo que dio lugar a un gobierno totalmente dominado por los comunistas. En Caracas murió, también por defenestración, el concejal opositor Fernando Albán, ferviente católico, mientras se encontraba detenido en la sede de la policía política (Sebin). La Fiscalía, controlada por el régimen, habla de suicidio. El lector sabrá sacar sus propias conclusiones. De todas maneras, la integridad personal de los detenidos es únicamente responsabilidad del Gobierno. En estos días, la dirigente opositora María Corina Machado y sus acompañantes han sido violentamente agredidos y robados durante una gira política por una turba de seguidores del régimen. Conducta típica de las “squadracce” fascistas del jerarca Farinacci, de las SA nazi de Ernst Röhm y de los CDR comunistas cubanos. Recordemos que para pensadores como Hanna Arendt, Zbig Brzezinsky y Lev Gudkov el terror de Estado a través de la policía política, de servicios especiales y de estructuras paramilitares extrajudiciales es una característica fundamental del totalitarismo. En efecto, es evidente la vocación totalitaria del régimen madurista. Sin embargo, hemos mencionado también en esta columna que el régimen se acerca a la categoría de “totalitarismo fallido”, que ha desarrollado  el politólogo Michael Waltzer: un régimen que tiene vocación y objetivos totalitarios, pero le falta la capacidad y la eficiencia para concretarlos,  el resultado sería  alguna forma de tiranía tradicional, pero disfrazada con un ropaje fascista o comunista.

En los Estados fallidos, el desastre socioeconómico y el desmoronamiento de las instituciones del Estado provocan la ruptura de la “ley y el orden”, la descomposición de los servicios básicos, como el agua y la electricidad, brotes de epidemias y la propagación de enfermedades. Generalmente, en mayor o menor medida, sobrevienen el caos, la anarquía y la guerra civil entre clanes, facciones, mafias, guerrillas, “señores de la guerra”, grupos étnicos, sociales y religiosos, creando a veces las condiciones para la desintegración de la unidad territorial. Ejemplos evidentes de Estados fallidos son Afganistán, Somalia, Zaire y Haití. En el pasado, un Estado con mucho poder era considerado una peligrosa amenaza para la estabilidad del sistema internacional, hoy es más peligroso un Estado sin poder, un Estado fallido. El Estado fallido es también el “caldo de cultivo” más apropiado para la criminalidad organizada y el terrorismo. Los grupos criminales y terroristas se aprovechan de la descomposición y la anarquía de los Estados fallidos para ubicar sus bases de operación y comunicación y, en los casos más extremos, para “posesionarse” del mismo Estado, convirtiéndose en Estados mafiosos o terroristas. El reciente enfrentamiento armado entre una mafia del contrabando de oro y la guerrilla colombiana del ELN, por control del territorio, en el Estado Bolívar, más cerca de Guyana y Brasil que de Colombia, da la idea de la pérdida del control físico sobre el territorio y del monopolio del uso legítimo de la fuerza por parte del Estado venezolano. La sabiduría china diría que vivimos años demasiado “interesantes”.

@sadiocaracas

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