IDEAS
La falla en el mecanismo
Netflix acaba de lanzar una nueva serie denominada El mecanismo sobre la “Operación Lava Jato” por medio de la cual se descubrió la corrupción en Petrobras en Brasil y que fue el inicio de la caída de Odebrecht y de Lula. En la serie se hace un buen acercamiento al “mecanismo” de la corrupción, pero lamentablemente se queda corto porque no logran entender el origen.
El investigador, Claudio Ruffo, elabora un esquema circular al que denomina “el mecanismo de la corrupción”. Ruffo describe el ciclo, en donde los directores de Petrobras realizan contratos sobrevalorados con las constructoras, las que canalizan parte de los fondos robados a través de los “operadores” —lavadores de dinero— hacia los políticos. El círculo se cierra nuevamente cuando los políticos nombran a los directores de Petrobras y así, el ciclo se repite al infinito. El momento de iluminación de Ruffo llegó cuando descubrió la corrupción en la reparación del desagüe de su casa. Allí se percató de que el ciclo era exactamente el mismo.
Su primera reacción fue de desasosiego al creer que era imposible luchar contra ese mecanismo, aunque después se recupera y continúa la investigación. Lamentablemente, Ruffo no logra profundizar en cuáles son las causas que originan ese círculo vicioso y se queda en lo que conoce: perseguir a los corruptos. Más triste aún es que Ruffo no está solo: la mayoría de gente, aun si llega a visualizar el “mecanismo”, no logra entender la verdadera causa.
Los prejuicios ideológicos de Ruffo —o más bien de los guionistas— lo llevan a concluir con una falacia non sequitur —no se sigue— de que “los ricos se vuelven más ricos y los pobres se vuelven más pobres”. En todo caso, la conclusión que se colige aquí es que el dinero se lo roban los corruptos —políticos, burócratas, contratistas, lavadores— a los ciudadanos honestos —sean pobres o ricos—.
A Ruffo le faltó llegar a las causas que originan ese círculo vicioso. El origen de la corrupción es que los funcionarios tienen el poder de tomar decisiones arbitrarias sobre los fondos de los tributarios y que también tienen el poder arbitrario para obstaculizar las actividades de las personas. Es porque un funcionario tiene en sus manos la decisión de cómo se van a gastar los fondos de los tributarios que existe la posibilidad de entrar en contubernio con los “contratistas” para robar fondos sobrevalorando las compras. Y es por eso mismo que a los pícaros les interesa financiar a los políticos corruptos porque esperan que cuando estén en el poder, las compras sobrevaloradas se las hagan a ellos.
El que los funcionarios puedan obstaculizar arbitrariamente las actividades también es fuente de corrupción porque pueden presionar a las personas retrasando procesos, autorizaciones, pagos, etc., para extorsionarlas a cambio de “aligerar” el proceso.
Perseguir a los corruptos eleva el “riesgo” de la corrupción, pero para reducirla considerablemente se debe cambiar el sistema para evitar al máximo esa discrecionalidad de los funcionarios públicos. Como regla general, mientras más enfocado esté el gobierno en sus funciones básicas y en menos actividades esté involucrado, habrá menos posibilidades de corrupción. En el caso de las autorizaciones y trámites, se deben eliminar todos aquellos superficiales e innecesarios. Con los que quede, se debe implementar al máximo posible las autorizaciones automáticas con plazos vencidos —y que estos plazos sean lo más corto posibles—.
Si no estamos dispuestos a cambiar el sistema, solamente cambiaremos cada cierto tiempo de corruptos, pero el “mecanismo” de la corrupción seguirá vivito y coleando.
Fb/jjliber