EDITORIAL

La puerta al paraíso

“Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”, sentenció Jorge Luis Borges, y para los amantes de la lectura, en cualquiera de sus géneros, eso representan los eventos en los cuales se pueden encontrar, en una sola visita, a los autores más afamados, los eternos clásicos y lo más reciente de la producción de los grandes escritores.

En cierto sentido, eso resume la Feria Internacional del Libro de Guatemala, que este año arriba a su XV edición y se celebrará desde el próximo jueves 12 de julio al 22. Una vez más el esfuerzo de la industria librera nacional podría apreciarse en este evento, que este año está dedicado a Francia, uno de los referentes de grandes escritores y refugio de numerosos intelectuales latinoamericanos, entre ellos varios guatemaltecos.

Esta nueva edición de Filgua evidencia, además, que pese a todos los augurios sobre el futuro del libro, este sigue gozando de un saludable porvenir, y aunque también se afirme que los jóvenes leen menos, eso tampoco es cierto, ni mucho menos que la irrupción de la tecnología marcaría la muerte del papel.

Filgua es el más palpable testimonio de esos falsos augurios y con cada evento se ha visto cómo su organización mejora, así como la participación de grandes intelectuales, como también ocurrirá este año con la presentación de charlas y conferencias de destacados escritores internacionales.

El esfuerzo de la Asociación Gremial de Editores de Guatemala ha valido la pena y el mejor reconocimiento a su esfuerzo es la creciente asistencia a esas actividades, como pudo observarse en la edición del año anterior, en la que algunos de los salones asignados a conferencias resultaron insuficientes para albergar a la concurrencia.

Si bien Filgua es el máximo evento librero del año, la pasión por los libros ha cobrado auge en los últimos años y de hecho el impulso de la tecnología ha contribuido a una mayor difusión de escritores y obras con más celeridad, pese a que Guatemala es uno de los países en los cuales los libros pagan impuestos, lo cual tampoco ha sido obstáculo para el crecimiento sostenido de los lectores.

Aun con todas las facilidades que un dispositivo electrónico pueda suponer, el gusto de tomar un libro, sentir su textura y devorar sus páginas no tiene comparación y sigue siendo uno de los placeres más apreciados por un selecto grupo de personas, algunas de las cuales, incluso con posibilidad de consumir libros de cualquier naturaleza en más de una plataforma, irremediablemente vuelven al papel.

La bonanza editorial y de lectores refleja además un cambio cultural en Guatemala, donde las nuevas generaciones han superado una oscura etapa en la historia del país, donde el hábito de la lectura podía incluso constituir un estigma, lo cual ahora es parte de un pasado de oprobio.

El éxito de este agasajo de las letras también responde al aporte de empresarios, intelectuales y medios de comunicación que no han dudado en apoyar un meritorio esfuerzo.

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