Llamas del fuego maya

Luis Morales Chúa

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Fue, además, un día lleno de música, colorido y bailes. En los sitios ceremoniales donde los indígenas celebraron el fin de una era y el principio de otra (el 13 baktún), hubo oraciones, discursos y declaraciones, teniendo de fondo, como sucedió en Tikal, sonidos de marimba, chirimías, pitos, caracoles, flautas de caña, y golpes del tun de madera, el instrumento de percusión de mayor antigüedad en tierras de América.

En Tikal la ceremonia del encendido del fuego, al pie del templo Gran Jaguar, estuvo precedida de 13 sones. Muy vistoso fue el color de las llamas. Un amarillo brillante de base, luego un rojo intenso y finalmente el negro de las volutas de humo elevándose al cielo, hasta desvanecerse.

Impresionantes fueron también los actos que tuvieron lugar en el cerro El Baúl, de Quetzaltenango; en Chichicastenango, y en Kaminal Juyú, en esta capital.

No tuve oportunidad de ver otras ceremonias, como las del pueblo chortí. Pero, sin duda, tuvieron igual lucimiento y un significado de vida. No de muerte y destrucción.

Me alegro de haber vivido años en los que se produjeron hechos que marcaron la historia de la Humanidad, como el lanzamiento del primer satélite artificial de la Tierra, el Sputnik, y el vuelo del primer vehículo orbital tripulado por Yuri Gagarin.

Me place también haber visto, a través de la televisión, la llegada del primer hombre a la Luna y las exploraciones a control remoto de Marte, el planeta rojo.

Fui testigo y partícipe, además, de la algarabía mundial por el paso de un siglo al siguiente, porque tuve un pie en el XX y otro en el XXI.

Y, por supuesto, entran en esa historia personal las buenas emociones que me produjeron las celebraciones del 13 baktún, acerca de lo cual destaco los contenidos de una declaración y un mensaje. La primera es que para los mayas “no existe el fin del mundo” coincidente, según me permito opinar, con la idea de Heráclito, un filósofo griego que nació en el año 535 y murió en el 584, antes de Jesucristo, para quien “nada se destruye, todo se transforma”.

Heráclito también proclamaba la creencia de que el fuego es el principio de todo, y tiene, además, un efecto purificador.

El mensaje indígena consistió en hacer un llamado a la unidad nacional para que la población guatemalteca pueda vivir en paz y armonía, crecer, mejorar y encontrar la felicidad social en sus dimensiones posibles.

Esto es importante porque se pudo pensar a priori que después de los 500 años de resistencia indígena, el 13 baktún podría ser utilizado como oportunidad y tribuna para arengas contra la política de dominio, racismo y discriminación que agravia, todavía hoy, a los pueblos indígenas. Pero, no fue así. Los guías espirituales mayas —muchos de ellos rechazan la denominación de sacerdotes—, que llevaron la voz cantante, utilizaron un lenguaje tranquilo, ordenado y conciliador, en busca de la paz.

Debo, finalmente, felicitar a los canales de televisión por la excelencia de sus transmisiones y en particular a Guatevisión que, sin duda alguna, se ha lucido al máximo nivel al difundir en vivo, con música y a todo color, las celebraciones del 13 baktún, poniendo a su misión informativa un toque notoriamente diferencial.

Es el periodismo haciendo historia, acerca de la historia de un día feliz.

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