CON OTRA MIRADA

Los dueños de la calle

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Las debilidades administrativas son palpables y notorias de mil y una manera, tanto física como administrativamente. Las carreteras se encuentran en situación lamentable, lo mismo que las instituciones creadas para cumplir fines y objetivos específicos, a cuya ineficiencia debe sumarse el poder de sindicatos que dejaron de cumplir su función protectora de los intereses y condiciones laborales de los trabajadores, convirtiéndose en un lastre más.

Las necesidades esenciales de la población no son atendidas. La pobre educación que se imparte tarde, mal y nunca es determinante para nuestro proverbial atraso, aunque lo mismo puede decirse de la salud. Conocer los altos índices de muertes por parto, desnutrición infantil y fallecimiento por enfermedades previsibles como infecciones estomacales, infecciones de las vías respiratorias o por simple deshidratación es vergonzoso.

Hay otros ámbitos desatendidos, no vitales, pero tampoco desestimables como la vialidad, planificación urbana, transporte público y seguridad, que nos expone como un país del séptimo mundo, si esa clasificación existiera.

Sin embargo, desde el aire, como son presentados los videos promocionales del turismo, Guatemala luce bella, llena de color, con su extraordinaria naturaleza y geomorfológica; abundantes lagos, ríos y humedales que generan diversidad de climas, flora y fauna a cortas distancias. Semejantes características podrían llamarnos a engaño y creer que estamos en el paraíso terrenal, en el que no hubo destierro divino, sino donde florecieron culturas que maravillan al resto de la humanidad, pero que localmente son despreciadas.

De esas culturas están los vestigios en la Costa Sur y altiplano. Quiriguá en el oriente; en las tierras bajas de Petén sobresalen los grandes conjuntos urbano-arquitectónicos que asombran; así como los avances en astronomía, escritura y matemáticas —incluyendo el uso del cero—, representados en códices, estelas, cerámica y tantos otros medios. De los períodos colonial y republicano tenemos La Antigua Guatemala, el Centro Histórico de Guatemala; Xela y La Isla de Flores, que gozan de un régimen especial de conservación y, por lo tanto, ahora convertidos en polos de atracción, con sus luces y sus sombras. Guatemala es un mosaico mestizo en el que se entrelazan manifestaciones culturales de vanguardia.

La Antigua Guatemala, sin duda, es la joya de la corona, pues hasta las limosnas que los turistas dan a los pordioseros son en dólares americanos. Su conservación y al mismo tiempo su descuido han permitido la proliferación de tráfico de drogas, prostitución, fiestas ilegales a deshoras, bares y pensiones de medio pelo que generan la ilícita presencia de los cuida carros, quienes se adueñaron de la ciudad y sus calles.

—Son cuarenta quetzales, jefa, dice el facineroso a quien apenas se está bajando del auto

—Pero yo soy vecina. ¿No ve la calcomanía?

—Ah, tiene razón; entonces que sean veinte, para que vea que soy considerado.

—No, nada que ver. Ahí en la esquina hay un policía y le voy a informar que usted pretende chantajearme.

—Pues quien va a salir perdiendo es usted, dice el delincuente, acercándose amenazante al vehículo

-Entonces mamá, andá vos a hacer el mandado. Yo me quedo dentro del carro, dice acomedida la hija de la vecina.

—Eso no puede ser, argumenta el bandido, porque está estacionada en mi espacio.

—Bueno, entonces aquí están los veinte, dice sumisa la vecina, quien junto a su hija se retira mascullando una mentada de madre a las autoridades incapaces de poner orden en la Ciudad de las Perpetuas Rosas.

jmmaganajuarez@gmail.com

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.