SI ME PERMITE

Los instructores de normas

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“El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día”. Battista

Si pidiéramos a los que nos rodean que nos den la descripción de lo que un padre es para una familia, sin lugar a duda nos compartirían vivencias, prejuicios y percepciones personales y nos darían una diversidad de conceptos. Claro está que si nos remitimos a lo fundamental quizás encontremos una imagen de autoridad que influye en el sentido y el ritmo por donde la familia se encamina.

Sin lugar a duda muchos no cumplen con esta descripción, pero eso es más bien una falta del individuo que de su función como padre. Por otra parte, no es extraño encontrar padres irresponsables aun en los más elementales de los deberes. Pero también otros muchos que sin ser los padres biológicos han sacado la tarea de la paternidad y aun han hecho mucho más que ello.

Eso nos invita a los que somos padres a hacer una autoevaluación del papel que hemos desempeñado. También invita a los que están pensando formar un hogar y procrear sus hijos a reflexionar en la capacidad o disposición de cumplir con la tarea que les tocará hacer.

Entendemos que muchos, por descuido o falta de interés, han dejado vacíos en la tarea que deberían haber cumplido, por lo que han creado heridas y daños irreparables. En alguno de los casos, algunos en el papel “del buen samaritano” han intervenido para sanar las heridas que por años han tenido que cargar.

Cuando uno evalúa a nuestra sociedad y su cuadro triste del papel de paternidad, y lo comparamos con una confesión cristiana, la que nos enseña que el Dios creador de todas las cosas y el Señor de todo aún siendo Dios se nos proyecta como un padre, con todas las virtudes que se pueden reconocer, esto nos compromete más como padres a hacer una mejor tarea en el diario vivir.

Entendiendo que el ser humano es una recopilación de recuerdos y vivencias que le ayudan a forjar una senda y entendiendo que esta senda dejará un legado a la siguiente generación, esto nos tiene que invitar a ser artífices de recuerdos que motiven a nuestros herederos a enfrentar la vida con gallardía.

Esto merece corregir el comentario de muchos que dicen que por las limitaciones y la pobreza no han podido sacar su tarea como padres. Si esto fuera verdad, los que viven en una vida de afluencia económica estarían en un paraíso y en la gloria. Lamento decirles que eso está lejos de la verdad y cada uno de nosotros conocemos casos que prueban este razonamiento.

Por lo anterior, antes de ponerle perfil de economía a la paternidad es mejor ponerle un perfil de un maestro que va instruyendo a sus hijos para enfrentar la vida con la cabeza en alto y aceptando retos y desafíos para tener un mañana mejor de lo que sus padres pudieron darle.

Cuando vemos tanto mal manejo de autoridad en muchos que ocupan cargos de dirigencia, debemos recordar que cada padre como jefe de hogar tiene el mandato de regir los destinos de ese hogar para que la vida no pase en vano, sino por el contrario, que la paternidad sea una inversión de las más rentables de esta patria grande.

Por supuesto, esta tarea nunca termina. Ojalá que al llegar el momento de entregar cuentas del deber podamos con la frente en alto dejar que el fruto de nuestro trabajo sea evidente y no las innecesarias explicaciones. Que Dios nos socorra para salir librados de esta responsabilidad ineludible.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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