EL QUINTO PATIO
Más claro, imposible
Los recursos mediáticos e institucionales al servicio de los sectores de poder son abundantes y efectivos. Sin embargo, pese a sus esfuerzos por desviar la atención de la convocatoria del 30M y evitar otra apabullante manifestación popular, esta se realizó y demostró con indudable contundencia el rechazo de la población a sus autoridades y al sistema político bajo cuya sombrilla se amparan.
En medio del entusiasmo de la ciudadanía y su renovado sentimiento de libertad de expresión, es importante destacar el sentimiento de solidaridad que ha llevado a grupos antes antagónicos a unirse bajo una misma tonada, persiguiendo similares objetivos con la certeza de seguir la senda correcta. Una actitud capaz de potenciar sus reclamos y darles la legitimidad suficiente para hacer temblar las columnas del Palacio.
Abrumadora es la presencia de representantes de sectores campesinos, indígenas, académicos, profesionales y empresariales junto a hombres y mujeres cuya participación nace de una frustración acumulada por años. Pero más importante aun es el despertar de una juventud cuya visión del porvenir no contempla —ni acepta— la hegemonía de quienes han hecho de la política un negocio sucio y degradante, cuyo único “logro” ha sido plantar una pesada lápida sobre las esperanzas de desarrollo de todo un pueblo.
Las exigencias de sectores universitarios y jóvenes, cuyas esperanzas de educación superior se han visto frustradas por falta de recursos, están ancladas en la realidad cruda y simple y no en ideologías caducas, cuyo protagonismo quedó atrapado en otras etapas de la historia. Sus demandas son claras y contundentes al exigir transparencia, un sistema político capaz de llevar al país por la vía del progreso y el respeto irrestricto a los postulados de la Carta Magna.
Las ambiciones de poder han colocado a los políticos tradicionales en un total ridículo frente a estas expresiones sinceras de un pueblo mancillado y explotado hasta el límite, los dinosaurios cubiertos con un vellón de oveja no logran disimular las garras y los colmillos aunque cambien el color de la corbata o presuman de pureza. Y es patético cuando su fracaso queda en evidencia al exigirles, la sociedad entera, retirarse para dar paso a una nueva nación.
Serán difíciles los próximos meses y muy duro para la población mantener una postura firme en sus demandas, pero de ello dependerá romper los esquemas tradicionales de poder, forzar una depuración de las organizaciones empresariales cuyo papel ha sido protagónico en la degradación del Estado y conseguir un voto parlamentario favorable a las reformas exigidas por la colectividad.
Las demostraciones de fuerza y convergencia del 30M y de las semanas anteriores revelan, más que un hartazgo general, la voluntad soberana de los guatemaltecos, de no permitir más corrupción y poner todo su esfuerzo en la restauración de la democracia y el Estado de Derecho, en un marco de paz y justicia. Todo dependerá, a partir de ahora, de la voluntad firme de una ciudadanía empoderada y consciente de su responsabilidad histórica.