ALEPH

Mi querida y odiada Guatemala

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Querer a Guatemala no significa callar sobre sus horrores cotidianos. Hay días en que una siente que este lugar no es un país, y ni siquiera un paraje maldito como algunos la definen, sino una distopía o una mala serie de Netflix. Hay días en que solo puedo vernos como una sociedad cerrada, desigual, de guetos solo solidarios con sus idénticos, con poco cerebro y demasiado dogma, inoculada de miedo, discriminación, voracidad y racismo.

Quienes estamos dentro, sin que el orden que vemos nos dé tranquilidad, nos regalamos dosis diarias de resistencia, propuesta y esperanza (creo que por pura estrategia de sobrevivencia). Pero en los hechos y noticias relevantes de los últimos días, por ejemplo, tenemos una pequeña muestra de lo que somos. El artículo de Jose Rubén Zamora (eP/14-08-18) ¿Quién mató a Jerónimo?, nos habla que “después de tres décadas, y siete presidentes civiles más tarde, el crimen organizado —poder paralelo, o como usted quiera llamarle— sigue controlando la columna vertebral del estamento militar y tiene infiltradas o subordinadas las posiciones claves de poder de todas las instituciones del Estado. A la mayoría de oficiales, que son honestos, los mantienen en la periferia, enajenados de los mandos estratégicos”. Como fuente directamente afectada, Zamora habla de la rearticulación de fuerzas oscuras, asociadas al Ejército.

"¿Ahora que el MP está haciendo su trabajo, será el Sistema Judicial el que obstaculice la justicia?".-

Por si esto fuera poco, nos enteramos de que el 13 de agosto el gabinete de gobierno completo fue a apoyar (sin haber sido citados) a la ministra de Relaciones Exteriores, para presionar la salida de Anders Kompass, embajador de Suecia, debido a que su gobierno apoya a la Cicig. La presencia de todos los ministros en la Corte de Constitucionalidad pone en evidencia que la impunidad y no la lucha contra la corrupción es la agenda de este gobierno. Y podemos extender esta intención al Congreso de la República, donde un partido completo está para defender incondicionalmente casos como el de Corrupción y Construcción, entre otros. ¿Cómo relacionamos esto con la provisión bicameral presentada por la senadora Norma Torres para responsabilizar a los funcionarios corruptos de Centroamérica y firmada en ley por Trump?

En otra noticia (DLH14/08/2018), nos enteramos de que “por primera vez en diez años, Mingob no apoya a MP en operativos”. Juan Francisco Sandoval, jefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (Feci), afirmó lo anterior y dijo también que les había sido negado el apoyo para los operativos realizados por MP y Cicig por el caso Corrupción y Construcción. A esto respondió el Mingob que la solicitud debió hacerse con mayor antelación. Por supuesto, la pregunta que surgió, sabiendo los antecedentes de desmantelamientos, remociones y filtraciones en ese ministerio, es: ¿querían información con suficiente antelación para poder alertar a los corruptos y que pudieran irse tranquilamente antes de ser capturados? Y la otra pregunta que queda es: ¿ahora que el MP está haciendo su trabajo, será el Sistema Judicial el gran muro que, paradójicamente, obstaculice la justicia?

Por último, otra noticia (DLH/14-08-2018) que parece estar en disonancia con las anteriores, pero que parte de los mismos referentes de un orden corrupto. “En seis meses, Osar reporta 51 mil 110 embarazos en niñas y jóvenes”. En Totonicapán, una niña de 13 años, violada y secuestrada, dando a luz trillizas, es parte de esta epidemia, problema real de salud pública en un país medieval y machista que no quiere ni hablar de educación sexual. Esta tragedia la podemos asociar con otra denunciada por Mariela Castañón (DLH,6-08-2018) sobre los casos que demostraron abusos sexuales en el Hogar Seguro, donde el año pasado murieron 41 adolescentes calcinadas, sin que ningún diputado protestara por ello.

Que hoy la humanidad entera vive las mayores incertidumbres, es cierto, pero las comparaciones solo sirven para el análisis proyectivo, no para aliviar la vida cotidiana. Guatemala es donde mi ombligo está enterrado, donde vivo, donde están casi todos los que amo. Y no da tregua.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.