SI ME PERMITE

No descuidemos nuestro presente cuando soñamos

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“Muéstrame un obrero con grandes sueños, y en él encontrarás el hombre que puede cambiar la historia”. James Cash Penny

El soñar y visualizar panoramas del futuro es una cualidad humana que no debemos menospreciar, pero tampoco cuando lo hacemos olvidarnos de la realidad donde estamos parados y la que nos rodea también.

La riqueza está de alguna manera en hacer un encadenamiento de nuestro presente y encontrar caminos que nos llevarán de alguna manera para que nuestros sueños sean una realidad tangible. Porque si negamos que la vida es una constante continuidad nos encontraremos en la pobre experiencia de repetir lo mismo de nuestro pasado y como lo conocemos pensamos que es lo normal y es mucho peor si lo justificamos. Nuestro pasado, presente y futuro deben tener constantes desafíos de cambio.

Cuántas veces hemos descubierto que las lagunas que vivimos en el ayer nos están pasando la factura y no podemos ignorarlo. Los que nos conocen no solo nos lo recuerdan, sino además nos ignoran por el pasado y podemos quedar aislados. Por lo anterior, debemos soñar y trazar lo nuevos horizontes sin descuidar el hoy con todas sus responsabilidades y además con todos los deberes que son propios del hoy y que deben ser atendidos para que marquen al fin y al cabo un ritmo de vida.

La vida está elaborada en una perspectiva que tiene su pasado, presente y futuro, y eso debe ser claro para cada uno de nosotros, para saber cómo podemos entretejer las alternativas y oportunidades que la vida ofrece y con los recursos que tenemos hagamos de nuestros sueños el motor que dé empuje a lo que hacemos hoy, en calidad pero también en particularidad.

Cuando uno quiere dejar un legado que sea valorado por los que habrán de recibirlo, debe en todos sus detalles elaborarlo de modo que tenga el perfil de quien lo dejó y además pueda invitar a los que lo reciben a mejorarlo y llevarlo adelante para que sea una cadena en el tiempo. Entendiendo que lo que otros reciben pueden mejorarlo y darle un perfil diferente, pero no pueden negar de quién vino el elemento inicial.

Por lo visto, muchos vivimos tan apurados y preocupados que no nos detenemos a entender el valor del presente porque sobre él estamos construyendo todo lo que soñamos en el ayer y no puede tomarse a la ligera. Muchos en nuestra infancia escuchamos la historia de la que llevaba la leche para vender y por estar soñando en todo lo que pensaba hacer con el producto en su entusiasmo al ponerse a saltar terminó desparramando la leche que llevaba. De un modo u otro nunca faltan los que repiten esa vivencia entre los que nosotros conocemos, y lo peor es que no hay modo de poder regresar para retomar lo que se quería vivir.

No esperemos las advertencias que pueden darnos los que nos rodean para cuidar el trabajo que tenemos o que saquemos el mejor provecho de lo que estamos estudiando porque podremos lamentarlo si no hacemos parte para alcanzar los sueños, pero nada nos aprovecha si no se actuó en su tiempo.

En el mundo en que vivimos hay muchos que han alcanzado sus sueños, porque con una disciplina clara y determinación han estado constantes en lo que se propusieron y sin lugar a duda sacrificando muchos gustos en el pasado, hoy sus sueños se han logrado. Ahora el turno es en los nuestros; no nos demos por vencidos.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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