PUNTO DE ENCUENTRO
¿No pasa nada?
Ciudad Juárez es uno de los lugares de México con los índices más altos de violencia contra las mujeres. Hace unos días en el programa “A toda máquina”, que transmite Televisa, la conductora Tania Reza fue acosada sexualmente por su colega Enrique Tovar, mientras el show se transmitía en vivo.
Tovar estuvo acosándola y después le tocó un seno. Tania Reza le reclamó y él respondió que no pasaba nada. Entonces la conductora se retiró del set afirmando: “Yo no puedo trabajar así”, y Tovar —hablándole al público— dijo: “Una disculpa, mi gente. Mi compañera anda un poquito hormonal”. La típica respuesta machista: las mujeres somos las culpables de que nos acosen o nos agredan. Lo ocurrido suscitó un fuerte debate en México respecto de la normalización de la violencia contra las mujeres y la justificación de que es un “tema eminentemente cultural” y por lo tanto no puede cambiarse. También se debatió el papel de los medios de comunicación y las producciones que promueven los estereotipos y fomentan la desigualdad versus los programas que contribuyan a impulsar la igualdad de género y presenten la violencia contra las mujeres como lo que es: un delito. El viejo argumento de que “el público lo pide” también salió a relucir y muy acertadamente varias mujeres —incluyendo algunas políticas y periodistas— lo rebatieron afirmando que lo que se requiere es ofrecer otras alternativas.
Supongo que como a mí, a ustedes este episodio les recuerda a Guatemala. Nuestro país ocupa uno de los primeros lugares en el mundo por el alto índice de femicidios y las miles de denuncias de diversas formas de violencia contra la mujer. Los embarazos en niñas y adolescentes, producto de violaciones sexuales, siguen ocurriendo y los delincuentes que los cometen siguen gozando de impunidad. Aun así, nuestro Congreso se niega a reformar la Ley que permite el matrimonio infantil (las niñas, desde los 14 años pueden casarse), fomentando la nefasta práctica de unir legalmente a una pequeña con su agresor sexual para “resolver” el problema o colocándola en una situación para la que no está preparada ni física, ni sexual ni sicológicamente. Todavía hay diputados que utilizan como argumento el tema “cultural” sin tomar en cuenta que se está violando la Constitución, que garantiza la protección integral de niñas y adolescentes.
Y muchos medios de comunicación continúan transmitiendo e incluso produciendo contenidos sexistas que colocan a la mujer en calidad de objeto y promueven los estereotipos y la violencia. Casi a diario en las coberturas informativas sobre asesinatos de mujeres se destaca el “crimen pasional”, y al darle esa connotación no solamente se excusa al agresor (“la mató por celos”), sino se transforma el delito en un tema “privado” que se justifica bajo el calificativo de “cultural”.
Pareciera que la violencia contra las mujeres en Guatemala está normalizada y que existe muy poca conciencia y voluntad de los diferentes actores por revertir esta situación. La reforma al Código Civil para establecer el matrimonio a partir de los 18 años y la reflexión y autorregulación mediática serían pasos en la dirección correcta.