DE MIS NOTAS
Nuevo paradigma
Thomas Kuhnn, en su libro de la estructura de las revoluciones científicas, decía que un cambio de paradigma es un cambio de los supuestos básicos dentro de las teorías dominantes del momento. Adelantaba que de la noche a la mañana podían cambiar en los colectivos académicos o comunitarios, al surgir un algo, una nueva situación, una nueva teoría, que invalidara, o contradijera, mediante argumentos convincentes, las teorías o las creencias predominantes.
En materia electoral, estas elecciones han roto en Guatemala el paradigma de la hegemonía de maquinaria partidaria por la vía del control logístico terrestre, las grandes inversiones publicitarias previas, las transas preelectorales con los caciques locales y hasta las intervenciones insanas de los narcodólares. Todo eso lo quebrantó el nuevo paradigma que se sustenta en un elemento principal: la fuerza de la participación ciudadana y la energía que subyace del nuevo elemento llamado “conciencia ciudadana electrónica”, que utiliza los teléfonos inteligentes con su acceso a internet en tiempo real recibiendo un torrente constante de información de lo más variado con imágenes, videos, textos, memes, música, audios, llegando a un segmento de jóvenes urbano-rurales totalmente conectados con los apps de las radioemisoras, programas de televisión en línea.
Esta modalidad, aunque latente desde hace algún tiempo, pasaba desapercibida por los políticos. No estaban al tanto de su influencia y mucho menos de la incidencia en la educación política. Pero desde que los teléfonos inteligentes y la internet penetraron el interior urbano rural, el fenómeno se convirtió en un cambio de paradigma. Una modalidad de interactuar, influenciar y comunicarse entre un segmento de un grupo etario de entre 20 a 35 años que cambió la manera de hacer política.
Así, sin gastar en la contratación de miles de buses, cientos de millones en vallas y spots de televisión, el pago de incontables jaladores, hueseros de campaña, y hasta sin la involucración de los liderazgos locales partidarios, más de un millón y medio de votantes se saltaron la tranca politiquera y se metieron a la arena del estadio. Ya no más como espectadores sino como actores con capacidad de movimiento y maniobra.
¿Cómo afecta esto a los partidos? En que ahora no pueden manipular a la masa sin que intervenga el filtro del análisis comunitario. Ahora dentro de los mismos grupos surge pensamiento crítico, difusión de información para aumentar la capacidad de investigación, mayor interacción para discernir a los candidatos, sus promesas y sus planes de gobierno.
Aunque Jimmy Morales capitalizó en su mayor parte el antivoto del hastío politiquero dentro de una coyuntura por demás compleja y encrispada por los escándalos de corrupción y los antejuicios que culminaron con el presidente y la vicepresidenta en la cárcel, no hay duda de que también supo cultivar este nuevo paradigma de interacción y comunicación pasando encima de las cabezas de los sorprendidos caciques locales para persuadir a ese millón y medio de electores.
¿Qué nos espera en esta segunda vuelta? Que puede llegar a ser judicializada. Posibilidad de partidos cancelados. Candidatos sin inmunidad sujetos de captura y enjuiciamiento. Inestabilidad e incertidumbre. Un Congreso convocado con bancadas derrotadas. Un presupuesto que debe ser aprobado dentro de un entorno altamente volátil. Un escenario complejo de finanzas del Estado con déficits de recaudación récord. Caja del Estado desfinanciada. Burocracias controladas por las mafias sindicalistas. Y en una segunda vuelta atípica, con los incentivos perversos que implican negociaciones espurias que benefician a los partidos, mas no a la patria.
Para ajustar el moño de lo paradójico: un nuevo presidente que tiene que sostener la peña con un gabinete pegado con chicle.
Pobrecito al que le toque llegar. Si llegar a la Presidencia fue difícil, manejarla será un infierno.
alfredkalt@gmail.com