DE MIS NOTAS
Pactos diabólicos
Como lo aborda James Buchanan, Premio Nobel de Economía, en su obra Los Límites de la Libertad, “en la medida que se permita a la acción colectiva romper los límites impuestos por los beneficios mutuos del intercambio, tanto directos como indirectos, la comunidad ha retrocedido hacia la selva anarquista, o no ha podido dar el principal paso para salir de esta selva en primer lugar”.
Los animales grandes de la selva anarquista que alude Buchanan son los mismos bichos que denuncia el actual ministro de Salud, Luis Monterroso, entre otros, contra su predecesor Luis Villavicencio, por el posible fraude de haber pagado honorarios por Q21 millones a un abogado por “elaborar el pacto colectivo”. ¿Qué clase de pacto puede costar miles de quetzales por cada palabra, coma y punto…?
La total impertinencia de Q21 millones y la vulgaridad de ese despilfarro en medio de un mar de quejas de los usuarios de los hospitales públicos por mala atención es evidente. El mes pasado nueve hospitales anunciaron paros debido a las carencias señaladas.
¿Y qué contiene este nuevo “pacto colectivo” cuyo anterior ya les paga a sus líderes Q1,000 diarios para viáticos? Pues en esta nueva versión del reglamento se pretende un incremento de Q100 millones anuales por viáticos… sí… leyó bien: ¡Q100 millones por año!
La ley de la selva nos tiene como estamos. En ella impera la ley del más fuerte para canibalizar las arcas nacionales y de paso destruir el sistema. Por eso insiste Buchanan que es de interés ponerse de acuerdo sobre las normas convencionales de existencia porque al no tenerlas y si cada uno fuese libre de violarlas, los demás deberían ser igualmente libres, y, en comparación con este estado caótico de cosas, cada uno “racionalmente” optaría por mejor aceptar restricciones a su propia conducta. /Buchanan, 1962:214-315
Esto tiene una lógica, según Buchanan en la medida en que algunos individuos logren minimizar o violar su respeto a la ley y no sean detectados ni reciban castigo, quienes sí cumplen con la ley se darán cuenta de que están pagando un costo sin recibir beneficios, y los imitarán. “Consecuentemente el orden y la cooperación se quebrarán, porque las personas se comportarán de manera similar, violando la ley, con el único fin de protegerse contra los miembros del subgrupo que comenzaron a hacerlo”.
Esto es lo que está aconteciendo con los pactos colectivos de los sindicatos. Es un pacto para sangrar recursos de la yugular de salud pública, reduciendo aún más el presupuesto para atender a los guatemaltecos más necesitados. Según el ministro Monterroso, el acuerdo actual “pone en riesgo al sistema de Salud. Cumplir con los acuerdos significa erogar Q1,832 millones “en medio de la mayor crisis financiera que ha causado carencias en todos los hospitales del sistema”. La lesividad del contrato laboral se evidencia en dos artículos: Se obliga a aplicar el derecho de igualdad a los 20 sindicatos inscritos en el Ministerio de Salud. Actualmente 2 mil 69 sindicalistas se ausentan de sus labores para atender sus “tareas sindicales”, y aunque no trabajan cobran su sueldo. Sin embargo, bajo el artículo 20 del nuevo “pacto” permitiría que ¡12 mil personas! gozaran por igualdad de la licencia sindical.
¡Por supuesto que hay que declarar lesivo a semejante fraude sindical! El movimiento sindical genuino ha sido sustituido por un grupo de vividores chupasangre que no merecen ser llamados sindicalistas. Las fotos de los niños, jóvenes, mujeres y ancianos que se mueren a diario por falta de recursos deben pegarse como calcomanías en los corazones de estos “sindicacos” rapaces.
Y todavía quieren que se restituya a 11 “sindicacos” suspendidos por robo y abandono de puesto.
Solo en Guate-MALA.
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